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Camisetas de bandas: mucho más que moda Camisetas de bandas: mucho más que moda

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Camisetas de bandas: mucho más que moda

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De los Ramones, Queen, Guns’n’Roses, Led Zeppelin, Nirvana, Kiss, Iron Maiden, Tupac… Resulta imposible pasear por el centro de cualquier ciudad sin cruzarse con decenas de camisetas decoradas con el logo de las bandas de música más míticas del planeta.

Por Cervezas Alhambra

Lo hemos interiorizado como algo habitual, pero hace años podía resultar bastante complicado hacerse con merchandising de muchos grupos y era frecuente que la gente aprovechara los viajes de los amigos al extranjero para aprovisionarse de material de bandas no disponible en España. Cuando la venta de discos descendió y los grupos tuvieron que buscar fuentes de ingresos alternativas, la venta de estos productos, fundamentalmente camisetas, se globalizó para ofrecerles un apoyo económico que va mucho más allá de la moda.

En la década de los 40, antes de que las ‘tee shirts’ se coronaran como las reinas indiscutibles del fenómeno fan, se sabe que los adolescentes devotos de Frank Sinatra personalizaban sus calcetines deportivos con el nombre de su ídolo. No se sabe cuál fue exactamente la primera camiseta de un grupo de música, aunque existen diversas teorías al respecto. La más extendida sitúa su origen a finales de los años 50, cuando un club de fans de Elvis Presley comenzó a producirlas y enviarlas a los nuevos miembros de la agrupación como parte de su pack de bienvenida.

Joven vistiendo una camiseta de The Beatles.

Poco después, en los 60The Beatles las comercializaron a lo grande durante la celebración de su primer tour por los EE.UU.  Los Fab Four quisieron ofrecer a sus seguidores una manera de sentirse más cerca de la banda. Todo se profesionalizó en 1974, cuando el productor y promotor de rock Bill Graham cofundó Winterland Productions, la primera empresa de camisetas de conciertos de la historia.

El origen de aquella aventura empresarial tuvo lugar en 1968 cuando Brenda Kreutzmann, esposa del batería de Grateful Dead Bill Kretuzmann, sugirió a Dell Furano, promotor de la gira de la banda de su marido, la posibilidad de vender camisetas en todas las paradas del tour. Él le respondió: “habla con Bill Graham” y, a partir de ese momento, el proyecto Winterland se puso en marcha. Se cuenta que Graham, socio por aquel entonces de Furano, tuvo una revelación y las imaginó como “vallas publicitarias andantes”. Hay que tener en cuenta que en aquella época a muchas bandas les daba cierto pudor tener puestos de venta durante sus bolos. A mediados de los 90, la compañía vendía camisetas por valor de 200 millones anuales y contaba con 500 empleados.

Joven caminando con una camiseta de Ramones.

Moda y música se fusionaron por primera vez en la historia. Lucir una camiseta de un concierto pronto se convirtió en un símbolo cultural y asistir a un concierto de una banda llevando una camiseta de una de sus giras anteriores pasó a representar cierto prestigio entre los fans, ya que evidenciaba constancia en el apoyo al grupo. Vestir una prenda de tu grupo favorito es una manera de identificarte con su música y su mensaje. No sólo cuenta una parte de tu historia personal, también le revela al mundo a qué comunidad sonora perteneces.

Actualmente, para algunas bandas, el merchandising puede representar hasta un 70% de sus ingresos totales. En un momento en el que los discos y las plataformas de streaming apenas dejan ganancias, la venta de camisetas puede ser lo que mantenga a flote la economía de una banda. Sin ir más lejos, el rapero Travis Scott vendió más de 1 millón de dólares en camisetas durante los conciertos de la gira UTOPIA-CIRCUS MAXIMUS de 2024 en el Denver’s Bell Arena. A esa cantidad hay que añadir otro millón de dólares obtenido durante las dos actuaciones en el O2 Arena de Londres de ese mismo año.

Más legendario aún es el caso de Kiss, cuyo catálogo de merchandising ha generado más de 500 millones a lo largo de su carrera (venden cientos de miles de camisetas, pero uno de sus productos más icónico es un ataúd con la leyenda ‘Kiss Forever’), o el de los pioneros Grateful Dead, cuyo catálogo sigue generando unos 70 millones de dólares al año. Durante la pandemia, cuando todas las giras se cancelaron, muchos músicos se volcaron en la venta de merch y las camisetas permitieron que muchos artistas pudieran siguieran viviendo de la música. Mantener activa una buena tienda oficial y lanzar ediciones limitadas online se ha vuelto clave para el negocio musical moderno.

Camiseta tendida de Arctic Monkeys

Algunos diseños de camisetas han cobrado tal fama que hoy se consideran íconos de arte pop por derecho propio. Se han realizado numerosas encuestas al respecto y muchas coinciden en que la camiseta más popular es la del logo clásico de AC/DC. El escudo presidencial de los Ramones con los nombres de sus integrantes le sigue muy de cerca (es de sobra conocido que la banda ha vendido muchas más camisetas que discos a lo largo de su historia) y la mítica lengua de los Rolling Stones también continúa puntuando muy alto.

Las infinitas ondas blancas de Unknown Pleasures de Joy Division, basadas en las primeras señales de radio generadas por un pulsar, o la célebre carita sonriente de Nirvana, presuntamente dibujada por Kurt Cobain, forman igualmente parte del grupo de cabeza de las camisetas más identificables de todos los tiempos. Todos estos diseños gráficos han sido adoptados por el mundo de la moda y las subculturas urbanas como imágenes de culto. Las camisetas sirven como bandera visual de la estética y filosofía del grupo, un vínculo que va más allá de la letra de las canciones.

La devoción por estas camisetas ha generado un mercado de coleccionismo que roza lo increíble. Sotheby’s incluyó en sus subastas de 2021 varias camisetas clásicas de Grateful Dead: una edición de 1967 de la gira Cornell, diseñada por el ex Hell’s Angel Allan ‘Gut’ Terk, alcanzó los 17.600 dólares, lo que la convirtió en la “camiseta pop más cara” jamás vendida. Otra camiseta del grupo con el famoso logo ‘Steal Your Face’, de 1977, se vendió en la misma subasta por 13.000 dólares. En tercer lugar, una camiseta promocional de Run DMC fabricada en los 80 en colaboración con Adidas, toda una rareza de culto, se vendió por 11.100 dólares.

Joven con una colorida camiseta de Aerosmith

El binomio moda-música se ha consolidado a lo largo de los últimos años. En 2023, la firma Yves Saint Laurent puso a la venta ‘la camiseta de Nirvana más cara del mundo’ (fondo negro con la ilustración del álbum ‘Incesticide’) por 4.450 dólares, lo cual abrió un interesante debate en redes sociales sobre el valor de lo ‘retro-rock’. Ese mismo año, el cantante Pharrell Williams fue nombrado Director Creativo de la línea masculina de Louis Vuitton, decisión que igualmente estuvo envuelta en cierta polémica pero que, a la larga, ha servido para refrescar y redefinir la identidad de la marca. Otro ejemplo más lo encontramos en la larga y fructífera colaboración entre Levi’sBeyoncé. De hecho, en su disco Cowboy Carter encontramos una colaboración con Post Malone titulada ‘Levii’s Jeans’.  

Las camisetas de bandas son mucho más que una moda: son artefactos culturales que relatan una época musical y, a la vez, un motor económico para los artistas. Cada prenda es una pieza de identidad que fanáticos y músicos comparten, un vínculo tangible que trasciende el mero consumo. Por todo ello, la camiseta de tu grupo favorito forma parte de un fenómeno que une pasión sonora, iconografía pop y soporte económico. No sólo es una manifestación de estilo, también es un poderoso símbolo de apoyo al arte y la cultura musical.

FOTOS | UNSPLASH

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