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Música

86 años de discos fuentes

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Hablar de música independiente, o "indie", desde finales de los ochenta ha supuesto referirnos a un cierto tipo de pop-rock de influencia británica que, con el paso de los años, ha ido evolucionando hasta perder cualquier parecido con las bandas que le sirvieron originalmente de modelo.

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Ni siquiera la llamada escena "indie" se podría encuadrar ya con rigor dentro de una red de discográficas de gestión independiente, movidas casi en exclusiva por el amor hacia la música y la energía postadolescente.

Pero mucho antes de que Londres o Manchester contagiaran al resto de Europa con la fiebre por lo "indie", ya existían en otros puntos del planeta emprendedores que elegían navegar en solitario en la aventura del negocio musical, a menudo guiados únicamente por el mero romanticismo. Amantes de las melodías y admiradores de aquellos autores que eran capaces de crear para ellos canciones conmovedoras, ritmos frenéticos o composiciones profundas y vanguardistas, sin importarles demasiado el impacto comercial de sus apuestas. 

Muchos recordarán los inicios de la discográfica Blue Note, hogar del jazz moderno en su edad dorada, que fue fundada en 1939 por dos jóvenes emigrantes alemanes en los Estados Unidos, inspirados por recuerdos de juventud en torno a conciertos tan impactantes que les llevaron a crear su propia fábrica de hacer jazz.

Aunque quizá sea más adecuado visualizar un pequeño taller, no una fábrica, en el que artesanalmente se cuidaba cada detalle de sus nuevas grabaciones y el aspecto, siempre impecable, de las cubiertas de sus discos. Imbuidos por el gusto por lo bien hecho, los surcos de sus discos rezumaban calidad y las fotos y diseños que ilustraban sus lanzamientos siempre alcanzaban altísimas cotas de excelencia.

Sin embargo, cinco años antes y en un país, Colombia, aparentemente alejado de los epicentros mundiales de la industria musical, nacía Discos Fuentes, la compañía discográfica independiente más importante de Latinoamérica y que ya cuenta con 86 años de andadura, convirtiéndose con toda probabilidad en la más longeva del planeta. Durante este tiempo, Discos Fuentes ha sido responsable de la banda sonora imaginaria de la vida cotidiana en las calles de su Colombia natal así como también de muchos otros países del hemisferio sur con similar devoción hacia los ritmos tropicales. Bajo esta etiqueta genérica, música tropical, los aficionados, coleccionistas o bailarines de diferentes territorios de Sudamérica engloban ritmos tan diversos como la cumbia, el porro, la bomba, la salsa, el boogaloo o sus casi infinitas variaciones regionales. 

Todos estos estilos se encuentran representados en el vastísimo catálogo de Discos Fuentes, cuya historia comenzó en 1934 en la ciudad de Cartagena. Su fundador, Don Antonio Fuentes, era un ingeniero con un espíritu emprendedor tal que su afición por la música le llevó a fundar una modesta emisora de radio en las instalaciones de la empresa farmacéutica que tenían sus padres. La escasez de grabaciones de artistas locales hizo que en pocos años impulsara su proyecto en otra nueva dirección, montando un estudio de grabación que crearía los cimientos para la posterior fundación de Discos Fuentes.


Hoy en día, tras más de ocho décadas en activo, se puede afirmar que la discográfica ha salpicado de ritmo y alegría la cotidianidad del pueblo colombiano a través de varias generaciones. Los discos de artistas como Fruko y sus Tesos, Afrosound, La Sonora Dinamita o Joe Arroyo, por nombrar tan solo alguno de sus músicos más populares, han sido habituales en aquellas ocasiones en las que se imponía la celebración de algún acontecimiento familiar importante o simple refugio emocional en los años más tristes en la historia reciente del país.

Esta incorporación al patrimonio cultural de Colombia y, por extensión, al de otros muchos países en donde los ritmos tropicales fueron igualmente populares, podría considerarse ya por sí solo el gran logro de Don Antonio Fuentes, pero -por innovadora- la propia forma en la que gestionó su proyecto discográfico no debe de ser pasada por alto. Además de contar con un estudio propio de grabación, Discos Fuentes se fue autoabasteciendo de aquellas otras necesidades importantes a la hora de lanzar un nuevo álbum. Así, contaban con su fábrica de vinilos y cassettes (introduciendo el estéreo en sus discos a comienzos de la década de los 60), incluso con una imprenta de la que saldrían sus vistosas y emblemáticas portadas de discos, y, cómo no, con una red de distribución propia que aseguraba que sus lanzamientos llegarían a cada rincón del país. 

También, la manera de trabajar del señor Fuentes fue fundamental para el éxito de la discográfica. Se involucró en la formación de bandas para "la casa", combinando los mejores talentos disponibles entre los músicos locales, y jugó un papel esencial en el desarrollo del sonido de la cumbia moderna. Y para difundirla tuvo otra gran idea: la publicación regular de unos discos que presentaran los éxitos del momento. 


Así, acuñó también un título que cada temporada presentaría lo mejor de su repertorio: "14 Cañonazos bailables", serie que aún a día de hoy sigue siendo una de las señas de identidad de Discos Fuentes y una gran introducción a un catálogo que ya suma más de 50.000 canciones.

Es ahora, cuando los artistas latinos copan las listas mundiales de éxitos y los ritmos tropicales más clásicos han dado entrada a producciones electrónicas, cuando conviene redescubrir un pasado que nunca dejó de influir a músicos con trayectorias tan diversas como el británico Quantic o David Byrne, miembro de la mítica banda neoyorquina de new wave Talking Heads, trascendiento barreras linguísticas y geográficas para extender el baile y la alegría por todo el planeta. Bienvenidos a celebrar los 86 años de onda tropical de Discos Fuentes.


Imágenes | Vampisoul - Discos Fuentes

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