Pocos artistas han logrado un éxito tan vertiginoso y masivo como Bad Bunny. El puertorriqueño, que ya ha confirmado una docena de sold outs en Madrid y Barcelona a lo largo de 2026, nos sorprendió el pasado 5 de enero con el lanzamiento de ‘Debí Tirar Más Fotos’ (‘DTMF’), su séptimo álbum de estudio.
Por Cervezas Alhambra
Lejos de mantener una línea continuista con sus hits de reggaetón y trap latino, ‘DTMF’ se ha destapado como una obra introspectiva y con arraigo cultural. No nos encontramos ante una simple colección de canciones, nos hallamos ante una declaración de principios, un proyecto que conecta la música urbana contemporánea con la exuberante herencia musical de Puerto Rico. A través de la salsa, la plena, la música jíbara o el bolero, entrelazados con samples nostálgicos y letras cargadas de trasfondo social, Bad Bunny tiende un puente entre generaciones, celebra la identidad boricua y nos ofrece una verdadera crónica de su isla natal. El impacto del disco ha sido inmediato, cosechando elogios de la crítica y dominando las listas de éxitos globales para demostrar que la autenticidad cultural y el éxito masivo pueden ir de la mano.
Históricamente, la relación del reggaetón con la música latina tradicional ha sido complicada. Mientras algunos consideraban su llegada como una sentencia de muerte para la salsa, otros apreciaban las conexiones profundas entre pasado y presente, augurando posibilidades de evolución conjunta. Los dos estilos, en sus respectivos apogeos, han narrado las vivencias de la calle y, desde sus inicios, el reggaetón mantuvo vínculos con los orígenes.
Tego Calderón, figura pionera de este género urbano, trabajó con Willie Sotelo, director de la mítica orquesta de salsa El Gran Combo de Puerto Rico. Don Omar, por su parte, sampleó a Joe Arroyo en ‘Dile’ y Daddy Yankee colaboró con el legendario Andy Montañez, ‘El Padrino de la Salsa’, en ‘Sabor a Melao’. Incluso existió un proyecto discográfico llamado Los Cocorocos (2006) que unió a exponentes de ambos géneros. Sin embargo, todas estas conexiones fueron interpretadas como aperturas en busca de nuevos públicos o, sencillamente, estrategias comerciales. Lo que distingue a ‘DTMF’ es la inmersión profunda y respetuosa de Bad Bunny en los géneros tradicionales. No como un complemento, sino como parte integral del tejido sonoro y conceptual del álbum.
La incursión más notable de Bad Bunny en los orígenes es, sin duda, su abrazo sincero con la salsa. Este género, que cuenta con raíces profundas en la música cubana como el son y la rumba, y se desarrolló significativamente en Nueva York por parte de la diáspora caribeña, ocupa un lugar destacadísimo dentro del corazón cultural de Puerto Rico. Para muchos puertorriqueños, la salsa es más que música. Es identidad, historia y un vehículo de expresión social.
La pieza central de esta exploración salsera es ‘Baile Inolvidable’. Descrita explícitamente como una canción de salsa, va más allá de una simple fusión. Desde su inicio con un sintetizador melancólico que pronto da paso a un ritmo vibrante, la canción construye una atmósfera agridulce. La instrumentación es rica y auténtica, destacando el piano salsero con toques jazzísticos, una sección de vientos cautivadora y una base rítmica contundente con instrumentos de percusión latina como tumbadoras, timbales, maracas y cencerro, complementados por la calidez de un contrabajo en lugar de un bajo eléctrico.
Líricamente, explora la nostalgia y el dolor dulce de una relación pasada, utilizando el baile como metáfora central para evocar recuerdos profundos. También incluye un fragmento de un diálogo del icónico actor y cineasta puertorriqueño Jacobo Morales, añadiendo otra capa de conexión cultural.
La autenticidad del tema ha sido reconocida por figuras legendarias de la salsa. Willie Colón ha expresado su “sorpresa” y “alegría”, destacando que Bad Bunny ha abordado el género de manera "reflexiva y respetuosa" en un momento importante para la salsa y Puerto Rico. Willie Rosario también ha felicitado al artista y ha subrayado que la canción ha atraído a un público joven hacia la salsa.
El compromiso del álbum con la salsa es notable desde el primer acorde. Arranca con un inconfundible sample de ‘Un Verano en Nueva York’, el clásico de 1975 interpretado por Andy Montañez y El Gran Combo de Puerto Rico. La orquesta, conocida como ‘La Universidad de la Salsa’, es toda una institución en la música latina, y la canción original es un himno sobre la experiencia del puertorriqueño en Nueva York. Bad Bunny fusiona esta icónica introducción salsera con un ritmo de reggaetón y dembow, creando un nexo sonoro instantáneo entre Puerto Rico y su diáspora, entre la salsa clásica y los ritmos urbanos actuales.
El álbum cierra con ‘La Mudanza’, otra pieza que se inclina hacia la salsa, aunque con un pulso más cercano al reggaetón. Descrita como una canción de salsa alegre, su energía bailable contrasta y a la vez refuerza la contundencia de su letra, que es una afirmación desafiante de la identidad puertorriqueña y la resistencia frente a la adversidad.
La inclusión respetuosa de la salsa en ‘DTMF’ va más allá del mero ejercicio estilístico. Es un acto de reconocimiento a un pilar de la cultura puertorriqueña. Al hacerlo, Bad Bunny diversifica su paleta sonora y genera una conexión intergeneracional, obteniendo la validación de los maestros del género y revelando la riqueza de la salsa a una audiencia global.
Más allá de la salsa, el álbum se sumerge en otros estilos fundamentales del acervo cultural puertorriqueño, como la plena. La canción que da título al álbum, ‘DtMF’, es una emotiva fusión de plena y reggaetón. Este género, con claras raíces africanas, surgió en las comunidades obreras de la costa sur de Puerto Rico, particularmente en Ponce, a principios del siglo XX. Tradicionalmente conocida como "el periódico del pueblo" o "bembeteo" (chismorreo), la plena utilizaba letras sencillas y pegadizas para narrar sucesos cotidianos, noticias y crónicas sociales, funcionando como un medio de comunicación popular.
La unión con la plena llega de una manera aún más explícita en ‘Café con Ron’, una colaboración directa con Los Pleneros de la Cresta. Esta colaboración no es solo simbólica, es un apoyo rotundo a los músicos que practican este género.
El álbum explora también otros paisajes sonoros tradicionales, como la música jíbara, folclore musical del campo puertorriqueño asociado tradicionalmente al campesino o jíbaro. En ‘Lo Que Le Pasó a Hawaii’, fusiona elementos de esta música, como el güiro y las guitarras acústicas, con texturas de synth-pop. Esta elección sonora es significativa, ya que la letra lamenta precisamente el desplazamiento del jíbaro fuera de su tierra.
El bolero, género romántico por excelencia en Latinoamérica, también encuentra su hueco en ‘DTMF’ con ‘Turista’. Bad Bunny emplea su cadencia lenta y sus guitarras llorosas para subvertir su temática habitual. En lugar de un lamento amoroso tradicional, la letra emplea la metáfora de una relación superficial y pasajera para criticar un tipo de turismo que disfruta de la belleza externa de la isla sin comprometerse con sus realidades o problemas internos.
La música navideña de Puerto Rico, tocada habitualmente en reuniones conocidas como “parrandas”, aparece en ‘Pitorro de Coco’. El título hace referencia al pitorro, una bebida típica de la isla, y la letra menciona el juego del dominó, una estampa clásica de los encuentros familiares y comunitarios en el país. Musicalmente, la canción enlaza con la tradición al samplear a Chuíto el de Bayamón, una figura legendaria de la música puertorriqueña.
Con este elogio de géneros históricamente asociados a las clases trabajadoras, rurales y afrodescendientes, Bad Bunny ha realizado un importante acto de reivindicación cultural. Ha otorgado a estas comunidades una visibilidad sin precedentes dentro de la plataforma pop global, subrayando el valor intrínseco de las expresiones fundacionales de la identidad boricua y destacando el papel de la música como elemento de transformación social.
FOTOS | UNSPLASH
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