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Comprar solo lo que necesitas, a granel y sin plásticos: alimentación sostenible con Pepita&Grano Comprar solo lo que necesitas, a granel y sin plásticos: alimentación sostenible con Pepita&Grano

Gastronomía

Comprar solo lo que necesitas, a granel y sin plásticos: alimentación sostenible con Pepita&Grano

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Por Lorena Papí Rodes

Cuando Cristina y Gustavo abrieron la primera tienda de Pepita&Grano, lo hicieron con una idea en mente: aportar su grano (ecológico) de arena para hacer del mundo un lugar más sostenible. Por el camino han ido logrando otros triunfos, como dinamizar el comercio pequeño y tradicional —"del tú a tú", el que cultiva la conversación y el contacto humano—, o difundir su filosofía de la compra, relajada. Esa que no solo se disfruta, sino que también fomenta una actitud responsable y una conciencia ecológica: la 'slow shop'.

Un objetivo: la sostenibilidad

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Dejar huella, pero no ambiental, ni de residuos. La huella que deja Pepita&Grano es mucho más positiva, porque es un impacto en la conciencia que ayuda a promover un modo de vida más ecológico y sostenible. Más amable para todos.

Pepita&Grano tomó forma a partir de la concienciación de sus fundadores para con el problema medioambiental. El punto de partida siempre fue «contribuir a la reducción de residuos, a la compra responsable y a la mejora de la alimentación», cuentan sus fundadores. Sus tiendas de venta de productos a granel—en Madrid (en Chamberí y en Madrid Río), en Valencia y en Donostia— les han ayudado a materializar esos sueños.

Su presencia como negocio es amable para el planeta. Porque la venta a granel de todo tipo de grano (cereales, legumbres, arroces, semillas), frutas deshidratadas, sales, harinas y un largo etcétera les permite dejar el plástico atrás y optar por materiales naturales, como sus cestas de madera y los sacos de fibra natural. Esos que nos recuerdan a los antiguos colmados. Incluso el celofán que utilizan en sus cestas de regalo es biodegradable en un año. Aunque siempre ofrecen la opción zero waste, con bolsas de tela o frascos de cristal. Así, homenajean a ese comercio tradicional —el de toda la vida— que muchos clientes buscan cuando visitan sus tiendas. Esos espacios confortables, que funcionan a un ritmo distinto al de la ciudad.

Su forma de vender encierra, al mismo tiempo, una gran enseñanza. Porque sus consumidores aprenden a comprar de forma ecológica y responsable, a reducir sus residuos al adquirir solo la cantidad que necesitan y llevársela en una bolsa de papel reciclado —o en su propio envase traído de casa— y evitar así el desperdicio de comida.

En Pepita&Grano siguen trabajando por acoger iniciativas que hagan aún más grande ese grano de arena que aportan. Por eso le conceden espacio al productor local, siempre que pueden, Como hacen en el local que la marca tiene en Valencia, al vender arroz de La Albufera o en Madrid, promocionando el garbanzo autóctono.

Son decisiones, pequeños pasos para un empresario, pero que se traducen en grandes y favorables cambios para todos: para el aire que se respira —elegir productos de cercanía ayuda a reducir la huella de carbono—, para el producto estrella de la zona, que ve reconocida su calidad, y para la economía local, que se ve incentivada por esta apuesta de comercios como Pepita&Grano.

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La idea de negocio sostenible (y que fomente una vida más ecológica y natural) no solo es aplaudida por Cervezas Alhambra, sino que es un objetivo compartido. La marca granadina ya está cosechando sus propios logros en este campo, como su proyecto Terrazas Sostenibles, con mobiliario 100% reciclable y elaborado un 20% de materiales reciclados, y protegido por parasoles que purifican el aire, inspirándose en la ‘tecnología’ natural de los árboles.

En Cervezas Alhambra son conscientes, como Cristina y Gustavo, de la importancia de esos gestos para contribuir a la sostenibilidad del planeta. De que hay que dar un primer paso —y en esto la firma cervecera granadina es pionera en el sector— para cambiar las cosas.

‘Slow shop’: compra relajada, responsable y con conciencia

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Pepita&Grano no deja de avanzar en su camino. «Estamos cambiando nuestros proveedores», afirma Cristina Sánchez-Moraleda «eligiendo a los que menos residuos generan y a los más responsables. Traemos también cada vez más productos eco y sin azúcar. Trabajamos solo con productos de temporada (aquellos que la tienen, como las legumbres), para ofrecer la mejor calidad a nuestros clientes».

Pero tan importante o más que el producto, es la forma de venderlo. Que el momento de la compra a granel sea para cada cliente un rato distendido y una oportunidad para enriquecer una rutina tan cotidiana con ese trato personal que aporta el pequeño comercio.

Visitar Pepita&Grano es una experiencia sensorial, porque promueven esa forma más consciente de comprar: la ‘slow food’. Se necesita predisposición a la pausa para que se revelen los diferentes tonos, formas y texturas que lucen brillantes en sacos de tela, en botes de cristal y en cestas revelando toda su gama cromática. Lenteja roja, alubia canela, arroz verde vietnamita y un sinfín de productos (hasta 700 referencias) para descubrir, relajadamente:

«Para nosotros es muy importante que la gente se tome su tiempo a la hora de comprar. Comprar rápido es comprar por impulso y acabar llevándose más de lo que se necesita. Cuando compramos de más, acabamos desperdiciando comida. Comprar despacio es un gusto y es necesario para la sociedad».

Una forma de disfrutar de las cosas simples que lleva a la apreciación de cada detalle. Y que también comparte Cervezas Alhambra a través del manifiesto que defiende su filosofía: es al deleitarse en la experiencia de saborear una de sus variedades cuando se hacen evidentes sus notas (de sabor, de color), su aroma o su cuerpo.

Todo un mundo de colores y sabores por descubrir

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Quien va a Pepita&Grano se lleva mucho más que grano selecto. Se llevan consigo, como un recuerdo especial, ese trato personal del comercio "de toda la vida". Atesoran consejos, en forma de recetas; cuentan con alguien que les guíe—solo en harinas, hay más de treinta para elegir—y aprenden sobre las bondades de saber comer bien, con los talleres saludables que organizan en sus tiendas.

Pero la experiencia no se culmina hasta llegar a casa y cocinar con mimo sus productos. Y si se le suma una Alhambra Reserva 1925, se redondea. Porque dota de magia esas reuniones cotidianas pero especiales, porque las vivimos con personas significativas en nuestras vidas. Porque suma matices y detalles por descubrir, en esos momentos de felicidad compartida. Porque es, como la 'slow shop', una invitación a apreciar los matices que la hacen única.