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Amplificadores de leyenda. ¡Que suenen las guitarras! Amplificadores de leyenda. ¡Que suenen las guitarras!

Música

Amplificadores de leyenda. ¡Que suenen las guitarras!

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“Me dejé el pelo largo, me convertí en fotógrafo de rock y decidí comprarme una guitarra. Tocaba el ukelele desde pequeño y había dado clases de guitarra y de acordeón, así que me la compré. Tenía un amplificador que, la verdad, era muy escandaloso, así que se me ocurrió construir uno portátil para mi guitarra. Sonaba de maravilla. El Pignose fue todo un éxito entre los guitarristas famosos y se lo vendimos a todo el mundo. Eric Clapton, George Harrison, Keith Richards, Frank Zappa… Les encantaba”.

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Richard Edlund, uno de los pioneros de la célebre compañía de efectos especiales Industrial Light and Magic y responsable del departamento de cámara en la primera entrega de Star Wars, recuerda en un documental cómo se gestó la creación del primer amplificador de guitarra portátil capaz de funcionar con pilas: el Pignose 7-100. La irrupción de aquel sorprendente aparato a finales de los 60, con cinco watios de potencia, montado sobre una pequeña caja de madera que se abría para incrementar el sonido, dos ganchos para poder colgarlo, un mando con forma de hocico de cerdo y posibilidad opcional de alimentación a través de un transformador de 9 voltios, marcó un punto de inflexión en la historia del rock. Pero no fue ni el primero ni el único amplificador que se ha convertido en leyenda: Marshall, Peavey, Vox, Fender, Roland u Orange, entre otros, cuentan con su propio lugar destacado en el olimpo de los amplificadores para guitarra eléctrica.

El ingeniero Dick Deney creó el amplificador Vox AC30 Top Boost en 1958 a petición de Hank Marvin, guitarrista de The Shadows. El músico se quejaba de que los gritos de los fans cuando recibían al cantante de la banda, Cliff Richard, ahogaban el sonido de su Vox AC15 y era incapaz de escuchar una sola nota. Además de incrementar su potencia, Deney lo dotó de un agudo extra agudo que lo convertiría en el favorito de artistas como Bryan May, Tom Petty o The Edge.

El rock and roll no sería tal y como lo conocemos si no hubiera existido el Marshall 1959 Super Lead Plexi de 100 watios. Pese a su nombre, salió al mercado en 1965 y durante años fue el favorito de guitar heroes como Eric Clapton o Pete Townshend. Debe su apellido Plexi a que la placa frontal estaba realizada en plexiglás y podemos verlo en acción, entregando su abrasadora potencia, en las grabaciones históricas de Jimi Hendrix participando en Woodstock ’69. A raíz de la difusión de estas imágenes se convirtió en uno de los más buscados por los coleccionistas.

Asistir a un concierto y deleitarse con la visión de un imponente muro de amplificadores es toda una experiencia. Y, posiblemente, al evocar esa imagen mental, nos venga a la cabeza nuevamente el logo de Marshall brillando en cada uno de ellos. Bautizado con las iniciales del fundador de la marca, Jim Charles Marshall, y completado con los números de la matrícula de su primer coche, el Marshall JCM800 es uno de los amplificadores más míticos de la historia. Creado en 1981, incorporó la función ‘master volume’, una mejora que le otorgó el poder de generar distorsiones crujientes y chisporroteantes a bajos niveles de salida. Una serie de características que lo han convertido en el favorito de grandes guitarristas de hard rock y metal como Slash, Kerry King o Jeff Hanneman. 

Otro de los logos legendarios que asaltan nuestro subconsciente cuando hablamos de amplificadores es el de Peavey. El modelo más famoso lanzado por esta marca, el 5150, surgió, curiosamente, de una colaboración con el guitarrista Eddie Van Halen. Salió al mercado en 1992 y sus 120 watios de potencia marcaron el inicio de una nueva era de ferocidad de guitarra de alta ganancia a principios de los 90. Cuando Peavey y Van Halen cerraron su compromiso en 2004, la marca renombró el producto a 6505 y pasó a convertirse en un estándar de la industria para las nuevas bandas de metal.

El Fender Bassman no podía faltar en una lista como esta, ya que son numerosos los expertos que lo avalan como, a su juicio, “el mejor amplificador de la historia”. Creado originalmente en 1952 para ser empleado por bajistas, son muchísimos los guitarristas célebres que han caído rendidos ante su mágico sonido. Buddy Guy, Joss Homme, Brian Setzer, John Fogerty, Jimmie Vaugahn, Mike Campbell… Su lista de devotos es interminable. “Es potente, ruidoso y sensible al tacto del músico. Suena genial y responde maravillosamente en todo el espectro de frecuencias. Muestra un tono brillante y armónicamente rico a volúmenes bajos y moderados”, destaca el escritor Tom Wheeler en su libro ‘The Soul of Tone: Celebrating 60 Years of Fender Amps’.

Si buscamos un sonido limpio es muy posible que elijamos el Roland JC-120, un maravilloso generador de notas cristalinas, 120 watios de potencia y efecto Dimensional Space Chorus incorporado. Presentado en sociedad en 1975, cuenta con amplificadores de potencia duales que, en combinación con las pantallas también duales, entregan una potencia tan sorprendente como clara. Estas características lo han convertido en el favorito de músicos como Robert Smith, Johny Marr o Andy Summers.

Icónicos donde los haya, los amplificadores Orange destacan tanto por su ‘crunch’ como por su característico color naranja. La compañía más joven de las cuatro grandes firmas que dominan el sector irrumpió en el mercado tras la primera ola Fender de los 50, la ‘British Invasion’ liderada por Vox en los 60 y el dominio del rock de alta ganancia de Marshall a principios de los 70. La suma del diseño llamativo y el sonido contundente consiguió que su gama de productos fuera la preferida por referentes del britpop, como Noel Gallagher, o clásicos eternos como Jimmy Page o John Mayall. Uno de sus modelos más icónicos, el ‘Graphic Valve Amplifier’, popularmente conocido como ‘Pics Only’, fue creado en 1972 por el ingeniero John James y fue el que marcó la senda de ese sonido tan personal de la marca. 

Cualquiera que se haya aproximado al mundillo musical ha escuchado a algún guitarrista cantar las alabanzas de un buen amplificador “de válvulas”. En este sentido debemos señalar que los dos grandes bandos en el mundo de los amplificadores son los de válvulas, o tubos de vacío, y los de transistores. A grandes rasgos, los primeros cuentan con un sonido de mayor calidad, son más caros, más pesados, necesitan calentamiento, desprenden calor, no desarrollan todo su potencial a volumen bajo y requieren de un cierto grado de mantenimiento. Los de transistores, por el contrario, resultan más ligeros, más económicos, basta con enchufarlos para que funcionen al instante y apenas requieren de mantenimiento, pero su sonido no está a la altura de los de válvulas.  ¿Qué opción elegirías tú?


IMÁGENES | UNSPLASH

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