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Recetas
Por María José Amengual
El pulled pork casero es una de esas elaboraciones que conquistan por su sabor intenso y su textura melosa. Esta receta de pulled pork consiste en cocinar carne de cerdo a fuego lento durante varias horas, hasta que quede tan tierna que pueda deshilacharse fácilmente con un tenedor. El resultado es una carne jugosa, llena de aromas, que se convierte en la base perfecta para sándwiches, tacos, pizzas o ensaladas. Cocinar pulled pork en casa requiere paciencia y mimo, pero la recompensa merece la espera.
El pulled pork es un clásico de la cocina estadounidense, originario del sur del país y muy popular en los estados con tradición de barbacoa como Carolina del Norte o Tennessee. Su secreto está en la cocción lenta y prolongada, normalmente en horno o en ahumador, que permite que la carne de cerdo (generalmente paleta o aguja) se vuelva tan tierna que pueda desmenuzarse fácilmente.
El término pulled hace referencia precisamente a este proceso de “tirar” o “deshilachar” la carne con tenedores, consiguiendo hebras jugosas que se mezclan con salsas y condimentos. Hoy en día, se ha convertido en una receta internacional que triunfa en food trucks, restaurantes y cocinas caseras de todo el mundo.
El éxito del pulled pork está en la paciencia. Cocinar la carne a baja temperatura durante horas permite que la grasa se funda lentamente y que la carne absorba los sabores del marinado. De este modo se obtiene una textura melosa y jugosa, difícil de conseguir con cocciones rápidas.
Además, al tratarse de un plato muy versátil, puedes preparar una pieza grande de cerdo y aprovecharla para diferentes recetas durante la semana.
Elegir el corte adecuado: la paleta o la aguja de cerdo son ideales porque tienen suficiente grasa para mantenerse tiernas tras la cocción lenta.
Marinar la carne la noche anterior: así se impregna mejor de aromas y especias.
Cocinar tapado y con humedad: el vapor y los jugos evitan que la carne se seque.
Reposar antes de deshilachar: dejar la carne 10 minutos cubierta después de hornear mejora la textura y hace que se desmenuce mejor.
Preparar más cantidad: aguanta bien en la nevera y puede congelarse, siendo perfecto para varias comidas.
La carne de cerdo deshilachada es jugosa y sabrosa, con un punto graso que pide un maridaje capaz de equilibrar y refrescar. Una Alhambra Reserva Roja es la compañera perfecta: con sus notas de caramelo y malta tostada realza los sabores dulces de la carne, mientras que su sutil amargor limpia el paladar.
Nuestra recomendación es servirla bien fría y acompañar el plato con coleslaw o ensalada de repollo, que aportan frescura y un contraste crujiente al pulled pork. De este modo, cada bocado se convierte en una experiencia redonda.
El pulled pork es tan versátil que permite múltiples combinaciones. Si preparas una pieza grande, podrás reutilizarla en diferentes recetas durante la semana:
Pizza de pulled pork: úsalo como topping con mozzarella, cebolla roja, jalapeños y salsa barbacoa.
Tacos de pulled pork: sustituyendo al pollo o la ternera, con cebolla, cilantro, tomate y salsa de aguacate.
Macarrones con queso y pulled pork: añade la carne a tu mac & cheese con cheddar y jalapeños.
Sándwich de pulled pork: con pan de hamburguesa o mollete, coleslaw y salsa barbacoa, todo un clásico.
Patatas rellenas de pulled pork: al horno, con queso fundido, crema agria y cebolla verde.
Esta receta de pulled pork ofrece infinitas posibilidades para reinventar platos del día a día. Si buscas una preparación versátil y deliciosa, la carne deshilachada al estilo americano será siempre un acierto en tu mesa.
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