La lectura es una compañera infatigable de los veranos, con historias que nos amenizan los días de playa y otras ligeras y ágiles que viajan a nuestro lado en trayectos en tren o avión. En las siguientes líneas repasamos algunas recomendaciones de novelas frescas y entretenidas que resultan perfectas para la época estival.
Por Nerea Campos
El verano empieza cuando se han elegido las lecturas que nos van a acompañar durante estos meses. Son libros que, por diversas razones, tienen un je ne sais quoi que hace que los veamos como apropiados para las tardes lentas, esas que se disfrutan entre el olor a salitre y el sonido del agua que campanillea alrededor.
Son como dos compañeras de viaje que se comunican desde el placer: lectura y verano o, lo que es lo mismo, disfrutar del tiempo como si fuera nuestro cómplice, sin su ritmo limitante. Como ese sexto sentido del que habla la filosofía de Cervezas Alhambra: cuando se le dedica tiempo (de calidad) a lo que nos rodea, este se vuelve nuestro aliado y nos ayuda a ver los detalles que hay detrás de todo lo que tenemos a nuestro alcance.
El verano también significa dejar atrás la espera: el horizonte no es lejano, sino presente. Como una Alhambra Especial, esa invitación a la vida del aquí y el ahora, la que no se relega para el después.
Hay un anclaje también en el presente gracias a los libros. Las lecturas ligeras del verano nos ayudan a colocar la mente en un lugar concreto: entre las manos que sostienen sus páginas. Por eso verano y literatura se acompañan tan bien.
'El evangelio', de Elisa Victoria
En esta segunda novela que Elisa Victoria (Sevilla, 1985) publica en la editorial Blackie Books tras el éxito de 'Vozdevieja' encontramos la confirmación de una escritura contundente y de una narradora que explora la naturaleza humana a través de situaciones de un pasado muy cercano.
Nos cuenta la historia de Lali, una estudiante de magisterio que tiene que hacer sus prácticas en un centro de educación infantil mientras sortea los obstáculos de la vida adulta, que inaugura con su trabajo en una cadena de restauración y sus estudios.
'Los nombres propios', de Marta Jiménez Serrano
Marta Jiménez Serrano (Madrid, 1990) es una poeta y escritora que dio su gran salto al panorama literario con la novela 'Los nombres propios', publicada en la Editorial Sexto Piso.
En ella, la memoria es una de las protagonistas principales, así como la infancia: dos ingredientes con los que nos muestra a Belaundia Fu, la amiga imaginaria de Marta, una niña de 7 años a la que acompaña desde su infancia hasta la llegada del primer amor.
Su poemario 'La edad ligera' obtuvo el accésit del Premio Adonáis en el año 2020, razón extra para dar una oportunidad a este título.
'Federico', de Ilu Ros
Ilu Ros, ilustradora y artista residente en Madrid, se ha encargado de adentrarse en la historia de Federico García Lorca, pero también de dibujar su vida con gran acierto.
Además del trabajo de documentación, es de reconocer su labor de ilustración de un personaje tan ilustre de la historia de España: una vida y una bibliografía que debe celebrarse y estudiarse. El Federico de Ilu Ros no lleva apellidos porque no hay más que uno.
Otra de sus obras, que bien merece una lectura, es 'Cosas nuestras', un volumen en el que dialoga con personas mayores a través de mujeres famosas de la cultura popular del país. Ambos libros se pueden encontrar en la editorial Lumen.
'No siento nada', de Liv Strömquist
'No siento nada' es una novela gráfica de la editorial Reservoir Books en la que se aborda el amor romántico en la era de las redes sociales. Su autora es Liv Strömquist, una artista visual y periodista de radio y televisión nacida en 1978 en Suecia que, en este volumen, se pregunta sobre los entresijos del amor y la aventura de enamorarse en esta época del siglo XXI
¿Qué leer en verano?
Además de esta selección de novelas propuestas, en los últimos meses han aterrizado una serie de novedades literarias que también pueden ser perfectos libros para el verano. El primero de ellos nos lleva al cozy crime de la mano de Julia Seales. Hace dos años la escritora estadounidense aterrizaba en el mundo editorial con ‘Un crimen con clase’ en la que, evocando las novelas de Jane Austen, sumergía al lector en investigaciones más propias de Agatha Christie o P.D.James. Ahora su protagonista, la señorita Beatrice Steele, nos llevará a Londres, ciudad en la que ha decidido continuar desempeñándose como investigadora en ‘Un crimen entre bastidores’.
La segunda recomendación mezcla historia, aventura y crimen. Con ‘El albatros negro’, María Oruña nos traslada a la ciudad gallega del Vigo actual y a la que un día fue en 1700. Un tesoro por descubrir, una muerte que parece ser la clave de un secreto histórico y una pareja de inspectores que tendrán que encontrar la forma de trabajar juntos para esclarecer un gran misterio. En definitiva, los ingredientes indiscutibles para entregarse al placer culpable de la lectura adictiva.
El trío de recomendaciones lo cierra la última novela de Isabel Allende, ‘Mi nombre es Emilia del Valle’. Con esta obra continúa con su saga Del Valle –’La casa de los espíritus’ (1982), ‘Hija de la fortuna’ (1998) y ‘Retrato en sepia’ (2000)–, de la mano de Emilia, una joven escritora reconvertida en periodista que no dudará en asumir los mayores riesgos para narrar la realidad chilena de su tiempo.
Por qué leer en verano es diferente
En vacaciones nuestro ritmo vital se ralentiza, se pausa, se atenúa. Una calma que nos permite dedicar tiempo a esos hábitos, como la lectura, a los que el cansancio y las agendas imposibles nos obligan a relegar a un segundo plano. Precisamente, las horas que pasamos en la playa, o al aire libre, con menos obligaciones y más minutos para nosotros se convierten en la oportunidad perfecta para enfrascarse en una buena novela.
Leer en verano es hacerlo sin remordimientos, sin la preocupación de estar robando minutos al sueño antes de que suene el despertador a la mañana siguiente. Es tener tiempo real en la terraza para reposar entre páginas, pensar en las reflexiones realizadas por el autor o regresar a un pasaje concreto por el simple placer de volver a deleitarse con la manera en la que fue escrito.
Por ello resulta tan sencillo responder a la eterna pregunta ¿qué debemos leer en verano? Exactamente aquello que nos pide el cuerpo. Esa historia que nos entra por los ojos, aquella en la que nos apetece perdernos entre sus páginas, conocer a sus personajes o dejarnos secuestrar por sus intrépidas tramas. De hecho, aunque se habla mucho de las novelas recomendadas para el verano, como si debieran responder a una especie de algoritmo matemático, lo cierto es que solo deben adecuarse a una cuestión: servir para que nuestra mente descanse, se relaje y desconecte.
Libros para refrescar la mente, paladear o disfrutar mientras el sol baña nuestra piel y el mar suena de fondo. ¿Acaso no es esa la esencia del verano? Novelas, calma, océano y una Alhambra Especial para brindar porque este día es la vida.
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