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Fotografía analógica: historia, estética y su nueva edad de oro Fotografía analógica: historia, estética y su nueva edad de oro

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Fotografía analógica: historia, estética y su nueva edad de oro

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En plena era digital, la película química vive una segunda juventud. Y no solo se enamoran de ella los nostálgicos, sino también los más jóvenes, que encuentran en su poso artesanal y su proceso manual un antídoto contra la inmediatez y la hiperconexión. La fotografía analógica es un arte donde cada disparo, como cada instante, es único.

Por Eva Gracia

"En griego, nostalgia significa ‘el dolor de una vieja herida’. Es un dolor de corazón, mucho más intenso que un recuerdo. Este aparato no es un cohete espacial: es una máquina del tiempo. Va hacia atrás y hacia adelante. Nos lleva al momento al que deseamos regresar. No se llama ‘la rueda’, se llama ‘el carrusel’: nos permite viajar como lo hace un niño, dar vueltas y vueltas y volver a casa, el lugar donde nos sentimos amados. Kodak presenta ‘El Carrusel’".


Para comprender estas declaraciones, hay que visionar este fragmento del último capítulo de la primera temporada de ‘Mad Men’, la fabulosa serie sobre los publicistas de Madison Avenue en la Nueva York de comienzos de los años 60. En este episodio, el carismático Don Draper, director creativo de la agencia Sterling Cooper, presenta a Kodak su propuesta publicitaria para el nuevo producto de la compañía: un proyector de fotografías.

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<p>"En griego, nostalgia significa ‘el dolor de una vieja herida’. Es un dolor de corazón, mucho más intenso que un recuerdo. Este aparato no es un cohete espacial: <strong>es una máquina del tiempo</strong>. Va hacia atrás y hacia adelante. Nos lleva al momento al que deseamos regresar. No se llama ‘la rueda’, se llama ‘el carrusel’: nos permite viajar como lo hace un niño, dar vueltas y vueltas y volver a casa, el lugar donde nos sentimos amados. Kodak presenta ‘El Carrusel’".</p>

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<p>Para comprender estas declaraciones, hay que visionar este fragmento del último capítulo de la primera temporada de ‘Mad Men’, la fabulosa serie sobre los publicistas de Madison Avenue en la Nueva York de comienzos de los años 60. En este episodio, el carismático Don Draper, director creativo de la agencia Sterling Cooper, presenta a Kodak su propuesta publicitaria para el nuevo producto de la compañía: <strong>un proyector de fotografías</strong>.</p> <p>"En griego, nostalgia significa ‘el dolor de una vieja herida’. Es un dolor de corazón, mucho más intenso que un recuerdo. Este aparato no es un cohete espacial: <strong>es una máquina del tiempo</strong>. Va hacia atrás y hacia adelante. Nos lleva al momento al que deseamos regresar. No se llama ‘la rueda’, se llama ‘el carrusel’: nos permite viajar como lo hace un niño, dar vueltas y vueltas y volver a casa, el lugar donde nos sentimos amados. Kodak presenta ‘El Carrusel’".</p>

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<p>Para comprender estas declaraciones, hay que visionar este fragmento del último capítulo de la primera temporada de ‘Mad Men’, la fabulosa serie sobre los publicistas de Madison Avenue en la Nueva York de comienzos de los años 60. En este episodio, el carismático Don Draper, director creativo de la agencia Sterling Cooper, presenta a Kodak su propuesta publicitaria para el nuevo producto de la compañía: <strong>un proyector de fotografías</strong>.</p>

Más allá de la anécdota seriéfila, las palabras de Draper funcionan a la perfección como síntesis del encanto de la fotografía analógica, esa que, en plena era digital, cuando caminar con una cámara de última generación en el bolsillo es más común de lo que los avezados publicistas de Madison Avenue hubieran podido imaginar jamás, vive una nueva edad de oro. Una segunda juventud en la que ya no necesita de proyectores como ‘El carrusel’ de Kodak para llegar a nuevos públicos: ahora, su carrusel se llama Instagram, y también sirve como máquina para viajar en el tiempo.


¿Por qué vuelve la fotografía analógica?


Contra todo pronóstico, la fotografía analógica ha regresado de la mano de dos generaciones plenamente digitales: la milenial y la Z. El arte pausado de poner un carrete de fotos en la cámara, disparar treinta y una veces, rebobinar y llevar el negativo a una tienda es todo un ritual. Como lo es descubrir, tras su revelado, la forma en la que capturamos cada uno de los recuerdos que tratamos de congelar a golpe de clic


Es un redescubrimiento del valor del tiempo que rodea a lo artesanal, pero también la belleza de la imperfección y del misterio de una fotografía analógica. No saber cuál habrá sido el resultado final y sorprenderse al comprobar que, aunque la luz podría haber sido más perfecta, o la sonrisa más amplia, ese rectángulo de papel expresa las emociones exactas que sentíamos en el momento en el que fueron tomadas

La fotografía analógica nunca desapareció: una pasión persistente

Si el vídeo mató a la estrella de la radio, cabía esperar que la fotografía digital acabase con la analógica. Estuvo a punto de ser así, pero algo (probablemente, el encanto del formato químico) rescató del olvido a los carretes, los revelados y el anacrónico gesto de pasar la ruleta con el pulgar derecho para disparar la siguiente imagen.


El paradigma de esa agonía con final feliz es la histórica Polaroid. Esta casa estadounidense, pionera de la fotografía instantánea, pues lanzó su primera cámara en 1947, se declaró en quiebra en 2001: el nuevo milenio trajo muchas pantallas y, al menos en sus primeros años, pocas películas químicas.

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Después, Polaroid pasó a manos de Petters Group Worldwide, una compañía que se declaró posteriormente en bancarrota. Cuando el futuro de la firma de cámaras instantáneas parecía sentenciado, un grupo de ilusos (seguro que, en más de una ocasión, recibieron esta calificación) creó Impossible Project, un proyecto que aspiraba a mantener vivo el legado de esta marca y que, hoy, es la empresa propietaria de Polaroid.


La historia, en una versión muy resumida, consistió en que los fundadores de Impossible Project se hicieron con restos de maquinaria que Polaroid usaba para fabricar sus películas, y alquilaron una fábrica que la empresa solía emplear en Holanda. Producción de nuevos carretes, restauración de cámaras antiguas y un contexto en el que lo vintage fue tendencia hicieron el resto: las Polaroid se salvaron del olvido, y hoy son un codiciado objeto de deseo.

  • Estética de la fotografía analógica

    Lomography, Kodak o Fuji pueden contar historias similares, de exitosos relanzamientos de carretes o formatos que, unos años atrás, se habían despedido de los clientes para siempre, ante la caída de la demanda. Pero, llegados a este punto, cabe analizar quién y por qué apuesta por la fotografía analógica en esta nueva edad de oro.


    Al contrario de lo que el discurso de Don Draper pueda sugerir, no son solo los criados en los 70, 80 y 90 quienes se han rendido a los encantos de la película química. Jóvenes libres del factor nostalgia, jóvenes que nunca han guardado pequeños tesoros en los botes de plástico de los carretes, hacen de la foto analógica su medio de expresión artística.


    Descartado el valor puramente emocional y nostálgico, ¿qué han visto las nuevas generaciones en este formato? El auge de las películas químicas conecta con la raíz de otra pulsión social y, casi, generacional: el retorno a lo manual. El auge de una nueva artesanía, esa a la que prestamos atención en El Mirador de Cervezas Alhambra, que toma forma de marcas de cerámica, creadores de joyas, artistas del bordado y amantes del collage.

  • Estética de la fotografía analógica

Todos estos pasatiempos, en muchos casos convertidos en profesiones que reivindican el valor de los oficios de toda la vida, comparten valores con la filosofía de Cervezas Alhambra. La casa granadina aboga en su manifiesto por poner intención en cada detalle para crear y sentir algo único. Por apostar por creaciones absolutamente únicas y singulares: no hay dos fotografías analógicas iguales, igual que no hay dos instantes calcados o dos momentos saboreando una Alhambra Especial que sean totalmente idénticos.


Diferencias clave entre fotografía digital y analógica


Aunque la cámara digital y la analógica tienen un objetivo común, capturar momentos para la posterioridad, la forma en la que atrapan el tiempo influye de manera decisiva en el resultado final y en la manera de visionarlo. En el caso de la fotografía digital su mayor facilidad radica en que con un smartphone podemos tomar imágenes como auténticos profesionales, pudiendo ver las fotografías en el mismo momento a través de la pantalla. Esto nos facilita analizar el resultado, así como repetir el proceso tantas veces como queramos hasta lograr la instantánea perfecta. 


Sin embargo, cuando hablamos de fotografía analógica y de película química la realidad cambia ligeramente. Primero, porque necesitamos llevar con nosotros una cámara con carrete, lo cual nos obliga a tomar conciencia de que vamos a querer inmortalizar el día y que, en consecuencia, deberemos asegurarnos de tenerla a mano cuando llegue el momento. Pero la auténtica razón de que los procesos digital y analógico sean tan diferentes radica en los minutos dedicados a tomar la imagen. Sí, minutos en plural, porque es toda una ceremonia lo que ocurre a continuación: guiñar el ojo derecho, observar la realidad por el izquierdo, mover el objetivo, ajustar el enfoque, medir la luz y decidir la velocidad del obturador. Y, cuando al fin todas las variables han sido comprobadas, contener la respiración y pulsar el botón hasta que un ligero clic nos indica que el instante ha sido capturado. ¿El resultado? Desconocido, hasta que no terminemos el carrete y lo llevemos a revelar no sabremos cómo quedó reflejada la realidad que tan pausadamente nos detuvimos a observar. 


La última fase de la ciencia oculta tras la artesanía de congelar el paso del tiempo recae en el revelado analógico. Así se denomina al proceso por el cual el negativo se convierte en una imagen en papel, a color o blanco y negro según la película que elegimos cargar en nuestra cámara. Un revelado que se puede realizar en casa, si se dispone de un cuarto oscuro, papel, materiales químicos y una ampliadora, pero que también se puede dejar en manos de profesionales. Así, en menos de una hora, veremos el pequeño carrete cilíndrico convertido en perfectas instantáneas para guardar en un álbum o exhibir en casa. 


Por cierto, que las imágenes digitales también se deben revelar a través de programas fotográficos especializados. En este caso nos permiten ajustar la exposición, la temperatura del color, el encuadre y, gracias a la aparición de la IA, podemos incluso hacer desaparecer objetos y personas. Además, también las podemos imprimir en papel para evitar así que los recuerdos terminen ocultos en un carrete infinito de la memoria digital de nuestro móvil.


El valor del tiempo en la fotografía analógica


La filosofía de Cervezas Alhambra nos habla también del tiempo como sexto sentido, el tiempo como potenciador de todo lo demás, como el foco desde el que descubrir los detalles que se esconden tras lo evidente.


El tiempo es fundamental en la fotografía analógica. En ella no caben las prisas, pues cada toma es irrepetible. Con una cámara analógica en la mano, no se dispara (como sí ocurre con una digital) sin criterio o a discreción: se selecciona cada imagen que se toma cuidadosamente. Se miden y observan diversos factores antes de presionar el botón. Y, además, el resultado no es inmediato.


<p>Todos estos pasatiempos, en muchos casos convertidos en profesiones <strong>que reivindican el valor de los oficios de toda la vida</strong>, comparten valores con la filosofía de Cervezas Alhambra. La casa granadina aboga <a href="https://www.cervezasalhambra.com/es/manifiesto" rel="noopener noreferrer" target="_blank">en su manifiesto</a> por poner intención en cada detalle <strong>para crear y sentir algo único</strong>. Por apostar por creaciones absolutamente únicas y singulares: no hay dos fotografías analógicas iguales, igual que no hay dos instantes calcados o dos momentos saboreando una <a href="https://www.cervezasalhambra.com/es/nuestras-cervezas/alhambra-especial" rel="noopener noreferrer" target="_blank">Alhambra Especial</a> que sean totalmente idénticos.</p>

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<h3 dir="ltr"><strong>Diferencias clave entre fotografía digital y analógica</strong></h3>

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<p dir="ltr">Aunque la <a href="https://www.cervezasalhambra.com/es/mirador/estendencia/retorno-camaras-digitales" rel="noopener noreferrer" target="_blank">cámara digital</a> y la analógica tienen un objetivo común, capturar momentos para la posterioridad, la forma en la que atrapan el tiempo influye de manera decisiva en el resultado final y en la manera de visionarlo. En el caso de la fotografía digital su mayor facilidad radica en que con un smartphone podemos tomar imágenes como auténticos profesionales, pudiendo ver las fotografías en el mismo momento a través de la pantalla. Esto nos facilita analizar el resultado, así como repetir el proceso tantas veces como queramos hasta lograr la instantánea perfecta.&nbsp;</p>

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<p dir="ltr">Sin embargo, cuando hablamos de fotografía analógica y de película química la realidad cambia ligeramente. Primero, porque necesitamos llevar con nosotros una cámara con carrete, lo cual nos obliga a tomar conciencia de que vamos a querer inmortalizar el día y que, en consecuencia, deberemos asegurarnos de tenerla a mano cuando llegue el momento. Pero la auténtica razón de que los procesos digital y analógico sean tan diferentes radica en los minutos dedicados a tomar la imagen. Sí, minutos en plural, porque es toda <a href="https://www.cervezasalhambra.com/es/mirador/creadores/autorretratos-y-sus-fotografas-cuando-al-mirarnos-tambien-se-refleja-el-mundo" rel="noopener noreferrer" target="_blank">una ceremonia</a> lo que ocurre a continuación: guiñar el ojo derecho, observar la realidad por el izquierdo, mover el objetivo, ajustar el enfoque, medir la luz y decidir la velocidad del obturador. Y, cuando al fin todas las variables han sido comprobadas, contener la respiración y pulsar el botón hasta que un ligero clic nos indica que el instante ha sido capturado. ¿El resultado? Desconocido, hasta que no terminemos el carrete y lo llevemos a revelar no sabremos cómo quedó reflejada la realidad que tan pausadamente nos detuvimos a observar.&nbsp;</p>

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<p dir="ltr">La última fase de la ciencia oculta tras la artesanía de congelar el paso del tiempo recae en el revelado analógico. Así se denomina al proceso por el cual el negativo se convierte en una imagen en papel, a color o blanco y negro según la película que elegimos cargar en nuestra cámara. Un revelado que se puede realizar en casa, si se dispone de un cuarto oscuro, papel, materiales químicos y una ampliadora, pero que también se puede dejar en manos de profesionales. Así, en menos de una hora, veremos el pequeño carrete cilíndrico convertido en <a href="https://www.cervezasalhambra.com/es/mirador/creadores/fotografos-de-calle-que-nos-inspiran-y-nos-animan-pasear-por-la-ciudad" rel="noopener noreferrer" target="_blank">perfectas instantáneas para guardar</a> en un álbum o exhibir en casa.&nbsp;</p>

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<p dir="ltr">Por cierto, que las imágenes digitales también se deben revelar a través de programas fotográficos especializados. En este caso nos permiten ajustar la exposición, la temperatura del color, el encuadre y, gracias a la aparición de la IA, podemos incluso hacer desaparecer objetos y personas. Además, también las podemos imprimir en papel para evitar así que los recuerdos terminen ocultos en un carrete infinito de la memoria digital de nuestro móvil.</p>

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<h3><strong>El valor del tiempo en la fotografía analógica</strong></h3>

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<p>La filosofía de Cervezas Alhambra nos habla también <strong>del tiempo como sexto sentido</strong>, el tiempo como potenciador de todo lo demás, como el foco desde el que descubrir los detalles que se esconden tras lo evidente.</p>

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<p>El tiempo es fundamental en la fotografía analógica. En ella no caben las prisas, pues cada toma es irrepetible. Con una cámara analógica en la mano, no se dispara (como sí ocurre con una digital) sin criterio o a discreción: <strong>se selecciona cada imagen que se toma cuidadosamente</strong>. Se miden y observan diversos factores antes de presionar el botón. Y, además, el resultado no es inmediato.</p>

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El factor sorpresa es fundamental en la fotografía química: hay que esperar días para ver el resultado de nuestras tomas. La paciencia entra en juego, y quizás ese es otro de los motivos del éxito de este formato entre los más jóvenes: una generación acostumbrada a la inmediatez y a la hiperconexión se ve obligada a esperar durante jornadas para visualizar sus fotografías. Y encuentra en esa espera una sensación casi terapéutica, de aprender a valorar los instantes, las imágenes y el arte de la fotografía.

La fotografía analógica en redes sociales

Podría parecer que la foto analógica es algo totalmente ajeno a Instagram. Pero, quizás, es todo lo contrario, pues la red social nació como una aplicación para vestir con filtros analógicos imágenes tomadas con el móvil.


Sea como fuere, la fotografía química ha encontrado en la popular red social un estupendo altavoz visual: son muchos los usuarios que comparten sus imágenes tomadas en 35 milímetros (con el pertinente hashtag) y muchas las cuentas dedicadas en exclusiva a este formato. Incluso, a subgéneros dentro del formato, como el retrato analógico, protagonista de la cuenta Selfie on film.


El auge de este tipo de imágenes también se ha traducido en la creación de nuevos negocios, como La Peliculera, Sales de Plata o Foto R3, comercios dedicados en exclusiva al revelado y a la venta de carretes y cámaras vintage, algunas de ellas, auténticas rarezas capaces de conquistar tanto a integrantes de la generación Z como a nostálgicos que suscribirían cada palabra de Draper… y que guardan en el altillo uno de esos encantadores carruseles.


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Imágenes | Unsplash - Eduardo Gorghetto, Haupes Co., Krists Luhaers, Denise Jans,  NordWood Themes, Puria Berenji

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