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Recetas
Por Marida con Alhambra
Hay platos que tienen la capacidad de transportarnos a otros tiempos y lugares, transmitiendo con sus aromas el sabor de la tradición y la importancia de las cosas hechas con amor y cuidado. Los recetarios de nuestras abuelas, repletos de guisos en los que se mantenía la esencia de la gastronomía familiar, plasmaban sabiamente un modo delicioso de combinar los ingredientes que proporcionaba la tierra. Nos sumergimos en la cocina tradicional con un pollo guisado con cerveza, un plato clásico y reconfortante.
Preparar un buen pollo a la cerveza roja no requiere técnicas complicadas, sino tiempo y cuidado. La clave está en dejar que los ingredientes se cocinen lentamente, permitiendo que la carne absorba los aromas de la cerveza y las verduras. Para esta receta utilizamos muslos o jamoncitos, que conservan mejor la jugosidad y se impregnan con los matices de Alhambra Reserva Roja, una cerveza con cuerpo y notas tostadas que intensifican el sabor del guiso.
El proceso es sencillo: primero se dora el pollo hasta sellar sus jugos, luego se sofríen las verduras —cebolla, ajo, zanahoria y pimiento—, y finalmente se incorpora la cerveza para crear una salsa rica y aromática. Tiempo, mimo y reposo son los tres pilares de este plato sabroso y respetuoso con las tradiciones. De esos que piden una buena hogaza de pan a su vera, porque en ocasiones como esta rebañar el plato es un acto de —casi— obligado cumplimiento.
La cerveza es un ingrediente que aporta una gran jugosidad al guiso, además de matices aromáticos que realzan el sabor del pollo. Su ligera acidez ayuda a ablandar la carne, mientras que el lúpulo y la malta añaden profundidad y un toque de amargor equilibrado. El reposo le sienta de fábula a este guiso de pollo a la cerveza. Es un plato que conviene preparar con unas horas de antelación o incluso la víspera, para dejar que los sabores de todos sus ingredientes se entremezclen y creen un conjunto equilibrado y sabroso.
Usar cerveza roja, como Alhambra Reserva Roja, intensifica los sabores y crea una salsa más densa y caramelizada. El resultado es un pollo guisado con cerveza de textura tierna y sabor complejo. Pollo y cerveza, ambos elementos están pensados para saborear sin prisas y despertar todos nuestros sentidos. Cada bocado y cada trago que nos llevamos a la boca es una vuelta a los sabores de siempre, capaces de evocar reencuentros, buenas compañías y sobremesas alegres.
El alcohol de la cerveza contribuye a que la carne del pollo quede más tierna y aporta un punto de sabor excepcional al plato. Y, como en todo buen guiso, las propias verduras de la salsa hacen en parte de guarnición, de modo que poco acompañamiento necesita: un arroz blanco, un puré de patatas casero o unas verduras asadas bastan para sumar textura sin restar protagonismo a lo esencial.
Si hemos cocinado el pollo con Alhambra Reserva Roja, acompañarlo con la misma cerveza es una apuesta infalible: sus notas tostadas y su punto justo de amargor se integran de manera natural con la intensidad suave de la cebolla, el pimiento y la salsa reducida. El resultado es armónico, redondo, casi instintivo: cada bocado y cada trago de cerveza, sorbo a sorbo, saben como el primero. Igual que esos encuentros de domingo que tantos buenos recuerdos nos traen y, a la vez, siembran sin prisa los nuevos.
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