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El hombre que gritó ‘A-wop-bop-a-loo-bop-a-wop-bam-boom’ El hombre que gritó ‘A-wop-bop-a-loo-bop-a-wop-bam-boom’

Música

El hombre que gritó ‘A-wop-bop-a-loo-bop-a-wop-bam-boom’

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Por Cervezas Alhambra

El viejo Bob está triste. Siempre que hablaba de Richard Wayne Penniman, popularmente conocido como Little Richard, reconocía que jamás se cansaba de escucharle. Recordaba cómo, en su adolescencia, se aproximó a la música hechizado por sus canciones y que antes de encontrarse a sí mismo en el Dinky Town de Minnesota y de cambiar su nombre por el de Bob Dylan, tocaba el piano tratando de imitar la voz y la maestría del Melocotón de Georgia. “Fue la luz que me guio cuando apenas era un niño. Su espíritu me llevó a querer hacer todo lo que hago”, tuiteó tras conocer la noticia de su desaparición el pasado 9 de mayo. El mundo le recordará siempre por aquél “a-wop-bop-a-loo-bop-a-wop-bam-boom”, un redoble de batería imaginario con el que cerraba ‘Tutti Frutti’ y que se convertiría en icono eterno del rock.

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El título de ‘pionero del rock and roll’ honra la biografía de un selecto y maravilloso puñado de artistas. Si nos ceñimos al aspecto más primigenio, podríamos decir que Chuck Berry y Little Richard acabaron de redondear aquello que Fats Domino y Bill Haley habían comenzado a esbozar. Músicos cuyo legado marcaría el futuro de un estilo que empezó a imponerse en 1954 y que revolucionaría la cultura occidental. Mucho antes de que el DJ Allan Freed bautizase el género con sus tres palabras mágicas, el rythm and blues de Little Richard ya viajaba a velocidad de crucero hacia la vanguardia. “El rock and roll es rythm and blues tocado más deprisa”, resumía cuando le preguntaban por la fórmula de aquél sonido. Su virtuosismo al piano, su extravagante forma de cantar y su energía sin límites cautivaron a la práctica totalidad de las figuras del universo rock que llegaron después. “Cuando empecé en el show bussiness no existía nada parecido al rock and roll. Cuando lancé Tutti Frutti fue cuando el rock comenzó a golpear”, solía decir.

 

Tutti Frutti, Long Tall Sally, Lucille, Good Golly Miss Molly o Rip it Up, son algunos de los temas firmados por Little Richard que han quedado grabados con letras de oro en la historia de la música. Canciones versionadas por Elvis Presley, The Beatles, Creedence Clearwater Revival, Marc Bolan, Queen, Lenny Kilmister o Deep Purple, entre otros. Al margen de su música, su estilo desmesurado y excéntrico también marcaría tendencia entre artistas como Elton John, Bowie o James Brown.

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Mal estudiante pero músico brillante, el joven Penniman se vio obligado a abandonar su hogar a los 15 años, cuando su padre le echó por dedicar demasiado tiempo al rythm and blues y al maquillaje de su madre. No tardaría en recalar en casa de Ann y Johny Johnson, un matrimonio blanco, dueño del club Tik Tok, que le acogió con los brazos abiertos y promovió sus primeras actuaciones en el local. Evolucionó rápidamente. Además de r’n’b, comenzó a interpretar jump blues al estilo de Louis Jordan y shouted blues, influido por Billy Wright. Mientras se formaba como cantante actuando en clubes, fue descubierto por el cazatalentos Robert A. “Bumps” Blackwell, productor de Special Records. Un buen día de septiembre de 1955, Little Richard grabó para él durante seis horas consecutivas en Nueva Orleans. En la novena canción llegó la sorpresa: Tutti Frutti. El sencillo, una canción “loca y obscena” según la crítica de la época, vendió más de un millón de copias y le catapultó al éxito. A partir de ese momento, los hits se sucedieron y se estima que en los años subsiguientes despachó más de 18 millones de singles.

En 1957 y tras un complicado vuelo con destino a Australia durante el cual afirmó haber tenido una poderosa revelación divina, Little Richard decidió abandonar el rock and roll, comenzó a estudiar la Biblia en Alabama y se convirtió en predicador evangélico. Grabó temas de gospel hasta 1964, fecha en la que regresó al rockin’, encaminando sus pasos hacia un estilo más rock-soul. De hecho, las grandes figuras del soul de la década de los 70, Otis Redding y Wilson Pickett, habían crecido tratando de reproducir el estilo y la energía de Little Richard. Incluso Jimi Hendrix, quien pasó una temporada trabajando como músico a sueldo de la estrella hasta que decidió que su forma de tocar podía robarle protagonismo, contaba que trataba de hacer con su guitarra lo que Little Richard conseguía con su voz. Una época de altibajos que acabó sumiéndole en los excesos clásicos del mundillo, lo cual desembocaría en una serie de problemas de salud que se agravarían a lo largo de los 80.

El pack indivisible de música, actitud y ambigüedad que le acompañó durante toda su vida tuvo un enorme peso en lo que, durante los 70, daría en denominarse glam rock. Su influencia fue notable en bandas como Sweet, Slade, los New York Dolls, y en figuras como David Bowie. Más adelante, en los 90, se cuenta que en cierta ocasión que coincidió con Prince le dijo: “sabes, yo vestía de púrpura mucho antes de que tú lo hicieras”.

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Echando la vista atrás, podría afirmarse que el núcleo central de la carrera de Little Richard como músico de rock and roll fue realmente breve, pero nadie puede negar que su influencia sobre todo lo que vendría después fue, y es, enorme. No es de extrañar que Bob Dylan, cuando aún firmaba como Robert Zimmerman, escribiera en su anuario del high school que su mayor meta en la vida sería “tocar con Little Richard”. Su banda de aquellos años, los Golden Chords, hacía versiones del Melocotón de Georgia y siempre declaró querer seguir sus pasos. El irrepetible camino abierto por el autoproclamado “arquitecto, rey y reina del rock and roll”.

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