Por Marieta Zubeldia
Comer en el Albaicín comienza con una invitación a envolverse en los aires aromáticos que recorren las calles y jardines de Granada. Por sus balcones escapan olores de la tierra andalusí que se transforman en bocados sabrosos y maleducan nuestro exquisito paladar. Ahora, no podemos dejar de seguir su rastro, averiguar de qué restaurantes granadinos proceden y hasta qué arcanos rincones del placer gastronómico nos conducen.
Mirador de Morayma
En el interior de la ciudad, en pleno centro del barrio de Sacromonte y oculta a la vista de los que pasan, pervive una casa de campo. Dice la leyenda que, supuestamente, entre sus paredes residió y resistió la princesa la Morayma durante el cautiverio de Boabdil a finales del siglo XV.
Según la temporada, podrás degustar platos típicos de cocina albaicinera, como el choto al ajillo o la carne de membrillo. Cualquier ocasión es buena para ir, como demuestra su lista de visitantes ilustres, que va desde el escritor Salman Rushdie hasta el excanciller alemán Helmut Kohl.
Huerto de Juan Ranas
Situado en el Mirador de San Nicolás, la cocina andaluza y los vinos de la tierra dominan este restaurante con vistas a la Alhambra. En sus propias palabras: “es el lugar ideal para deleitar todos sus sentidos”. Destacan su conservas y su tratamiento de los tomates, que cultivan en su propia huyendo de cualquier aditamento químico.

Uno de los platos fuertes de este restaurante no está en su carta. Su terraza se ha erigido como plato fuerte de la casa por derecho propio. En ella podrás degustar el ambiente templado de las noches de verano desde toda una nueva perspectiva.
Taberna Prado Negro
Ideal para alejarse un poco del centro. Conocida por sus comidas de la comarca elaboradas con productos de temporada de la zona. Se encuentra a los pies de la Sierra de Arana, en el parque natural de la Sierra de Huétor. Por un precio medio de 16-25€ podremos deleitarnos en el sabor de platos típicos como los cogollos con ajos fritos o el lomo de orza.
Además, el paraje natural que la rodea convierte a esta taberna, que cuenta con con el certificado de excelencia de TripAdvisor, en un lugar de encuentro de referencia para los amantes de las rutas en bici.
La Fábula

La cocina de Ismael Delgado ha sido premiada con un Sol Repsol, lo que hace que cualquier degustación que hagamos en su local suba a un precio medio 60 €. Sin duda, merece la pena zambullirse en su mistura de cocina de autor con la de la tierra y su particular unión de la tradición y el futuro de la gastronomía.
Para abrir boca y volverse loco al paladar recomendamos su ensalada nazarí con menta, el cochinillo granadino con tocino de manzana o su naranja de valle de Lecrín con aceite y chocolate. Ah, y no dejes de probar sus aceites.
Bar Los Diamantes
Puede que esta sea la cita imprescindible de nuestra lista. Desde 1942, su estilo natural y sin pretensiones, el sabor y los productos de sus tapas y raciones lo convirtieron en un clásico de la ciudad al que iban las estrellas de Hollywood cuando visitaban Granada.
La gente subraya el buen servicio y el trato amable del personal. Nosotros destacamos, además, su capacidad para haberse sabido mantener en el tiempo: la materia prima y su cocina siguen siendo de la más alta calidad. Un conjunto que hace que sus barras estén siempre atestadas de clientes. Tienen especial arte para freír el pescaíto.
La Tana
Otro clásico: 100% taberna andaluza y un dueño que te guía por todos los sabores de su cocina. Tapas típicas y raciones abundantes y de calidad: paté casero, calabaza frita, morcilla picante. Como dicen sus propios clientes, “un muy buen lugar para ir con los amigos y disfrutar.”
Uno solo tiene que entrar y dejarse llevar por el espectáculo de olores y colores que hay expuesto en sus paredes. Una muestra del producto de calidad que trabajan: desde tomates que podrían comerse con solo mirarlos hasta botellas de vino acariciadas por el polvo de la solera que más sabor da.
Bar Aliatar
Desde 1947, Aliatar es el típico sitio muy barato y un poco tradicional que todo el mundo conoce por un plato y forma parte de la ruta habitual de bares: los caracoles con caldito picante de almendras y guindillas son conocidos por cualquier experto disfrutón de la gastronomía que se precie.
En su carta también destacan sus jamones, pero lo que finalmente se ha erigido como plato estrella son, sin lugar a dudas, sus deliciosos bocadillitos. Ellos son el verdadero reclamo de este establecimiento, que cuenta con dos locales abiertos en la capital granadina.
Casa Torcuato
En el barrio del Albaicín, desde 1932, la gastronomía tradicional se calienta en los fogones de Casa Paco, que a partir de 1946 la conocemos como Casa Torcuato y cuya cocina ha dado toda una reputación al nombre de este restaurante. Ya es la cuarta generación la que está al frente de este local que trabaja bajo el lema: “el dinero se olvida, la calidad no”.
Y se nota. Se nota en su solomillo al caramelo de higo, el entrecot al Torcuato, el rape Al-Andalus, los lenguados al pistacho o el pastel de castaña… El cuidado por el detalle es máximo.
El Agua
Situado también en el Albaicín, hay que recorrer todo un laberinto de calles para llegar hasta él. Carmen El Agua está envuelto por jardines y sus ventanales dan al paisaje urbano medieval de La Alhambra. Están especializados en la “cocina de comunicación”, cuyos secretos no vamos a desvelar a la espera de que tú mismo te sorprendas al probarla.
Lo que sí podemos hacer es dar la pista que ellos mismos ofrecen: «el restaurante combina una mimada y eficaz cocina con un cuidado servicio al cliente, conteniendo un gozo secreto que sólo los viajeros de mapa oculto saben apreciar…».