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Por María José Amengual
Las patatas bravas son un imprescindible de todo recetario que se precie y un icono indiscutible de la gastronomía española. Esta receta clásica de tapas españolas, nacida en Madrid y extendida después a todos los rincones del país, se ha ganado un lugar privilegiado en las barras de bares y terrazas. Pocas cosas hay más nuestras que compartir una ración de patatas bravas con amigos, con su salsa ligeramente picante y ese punto casero que las hace irresistibles.
Uno de los grandes placeres de cualquier época del año es compartir un aperitivo en buena compañía. Y si hay un bocado que nunca falta en las mesas de tapeo son precisamente las patatas bravas. Además, tampoco hace falta salir de casa para disfrutarlas, su preparación casera, de hecho, es bastante fácil.
En esta guía te contamos cómo hacer patatas bravas caseras paso a paso, con una salsa auténtica y todos los trucos para conseguir el equilibrio perfecto entre el crujiente de la patata y la cremosidad de la salsa. Una receta de tapas españolas fácil y rápida que puedes preparar en cualquier momento, para transformar un aperitivo cotidiano en un momento especial.
45 minutos
Fácil
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Nada mejor que acompañar unas patatas bravas originales con una cerveza bien fría. Una opción perfecta es Alhambra Lager Singular, una variedad intensa y equilibrada, con fermentación lenta, que resalta la cremosidad de las patatas y ofrece el contrapunto refrescante al picante de la salsa. Su suave amargor y sus notas afrutadas hacen de ella una elección versátil, ideal tanto para tapeo como para cenas informales.
Si hay un aperitivo clásico en nuestra gastronomía, ese es el de las patatas bravas. Su origen se encuentra en Madrid, en las décadas centrales del siglo XX, probablemente alrededor de 1960. Dos establecimientos madrileños ya desaparecidos se disputan la invención: Casa Pellico y La Casona. Según alguna versión, al principio se les llamaba también patatas a lo pobre, nombre que hoy indica una receta diferente.
Desde entonces se han convertido en una de las tapas más populares de España. Aunque existen muchas versiones, hay dos recetas predominantes: la que incorpora tomate en la salsa y la que defiende un acabado más rojizo gracias únicamente al pimentón. En cualquier caso, lo que nunca puede faltar es su toque picante, que da sentido a su nombre.
Hoy en día, las patatas bravas caseras se pueden preparar de distintas formas: fritas en aceite abundante, cocidas en agua, cocidas en aceite a baja temperatura o incluso al horno. Su versatilidad ha contribuido a convertirlas en un icono del tapeo español, presente en prácticamente todos los bares del país.
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