Por Nerea Campos
Estar en casa en estos días es convivir con la incertidumbre de lo que vendrá. Ese futuro que es tanto anhelado como un interrogante, pero que, desde luego, deseamos tocar con las manos con la misma ilusión que el primer baño del verano en el mar. Pero hay actividades y pequeñas cosas que podemos hacer desde nuestros propios hogares para que la espera y la añoranza nos permitan apreciar más y mejor algunos de los momentos que vivimos desde aquí.
La lectura reaparece entonces como una de esas pequeñas pero brillantes oportunidades para las que por fin tenemos tiempo. Se convierte, además, una manera de acompañamiento de los días de aguardar y experimentamos esa extraña paradoja en la que desconectamos del mundo exterior a la vez que estamos presentes.
Con un libro hay voluntad de vida: cambiamos de situación y conocemos a nuevas personas, aunque sean ficticias, pero que cobran forma, carne y hueso al deslizar las yemas de los dedos por cada página. Es movimiento y actividad y, a la misma vez, estamos haciendo que el tiempo cuente. Traspasamos las fronteras del presente más inmediato para abordarlo desde la realidad de otros, en cualquier lugar, caminando a cualquier otra época.
Seguro que entre las estanterías de casa o en las pilas de libros que aguardan en las mesitas de noche tenemos alguno de los clásicos de la literatura universal esperando que acariciemos su lomo. Tomos delicados que adquirimos con ganas de adentrarnos, por fin, entre sus páginas y conectarnos con su autor y otros lectores que ya lo habían hecho antes que nosotros.
Clásicos de la literatura en castellano

Uno de los grandes escritores de nuestra época nació al otro lado del charco, en Colombia. La obra literaria de Gabriel García Márquez se convirtió en un auténtico clásico contemporáneo, libros que todos conocemos desde bien jóvenes. Pero no solo de Cien años de soledad se nutre su fama, sino que cuenta en su bibliografía con novelas cortas como El coronel no tiene quien le escriba, con las que poder agilizar la lectura. O quizá nos apetezca conectar con personajes que buscan el contacto con otras personas, como en El amor en los tiempos del cólera.
García Márquez nos hizo encariñarnos con varias generaciones de los Buendía y con un Macondo al que deseamos volver o, quizá, visitar por primera vez. Conocer a Úrsula, a su legado y al realismo mágico siempre es una buena idea.
De vuelta a este lado del océano, pero en el siglo XIX, pocos escritores analizaron la sociedad española como lo hizo Benito Pérez Galdós. Nos podemos acercar a su obra con novelas como Misericordia o Miau y descubrir un Madrid lejano que a la vez resulta estar tan cerca. Pero Fortunata y Jacinta es, sin duda, una de sus grandes obras y donde mejor sale a relucir ese Madrid de estilo galdosiano.
Aunque el siglo XIX español también tuvo unos excelentes frutos con la obra publicada por la gran Emilia Pardo Bazán. Más allá de sus Pazos de Ulloa, publicó libros de fuerte temperamento y sentimiento de colectividad, también desde lo femenino, como la novela Tribuna.
Es este un libro que dialoga directamente con la ahora recuperada y reivindicada Luisa Carnés y su Tea rooms. Mujeres obreras. Nos cuentan la historia de trabajadoras de la industria de la tabaquería, en el caso de la primera, y de las camareras, en el de la segunda, en distintas pero igualmente complicadas épocas de la historia de nuestro país. Adentrarse en la profundidad del pensamiento de Pardo Bazán es una revelación.
El universo de las Brontë y alrededores

Jane Eyre y Cumbres borrascosas son los títulos que quizá más resuenen en nuestras cabezas cuando se menciona el apellido de las hermanas Brontë. También son las obras más fáciles de encontrar en casa, ya que tantas editoriales han deseado publicarlas, con ediciones tan diferentes como variadas.
El personaje de Charlotte Brontë es uno de esos con los que se vive acompañada, incluso cuando ha pasado mucho tiempo desde su lectura. Jane es difícil de olvidar. Sin embargo, Cumbres borrascosas resulta una obra mucho más controvertida y no está tan claro si hay consenso entre lectores. Lo tempestuoso de los personajes y de las situaciones, así como las grandes injusticias que se cuentan en la novela hacen que se afiance esa relación de amor-odio hacia esta pieza.
Hay momentos en los que quizá necesitamos darnos la mano con el lado más amable de los libros y para eso damos gracias a la mente inquieta de Jane Austen. Sus dramas amorosos y los ires y venires de sus elocuentes personajes hacen que el momento de la lectura fluya de manera apacible. Aunque todos conocemos Orgullo y prejuicio, puede ser este un buen momento para conocer a la divertida Emma, en la que probablemente sea una de las novelas más cómicas de la autora.
Y para continuar con lecturas sobre la vida familiar y protagonistas mordaces que aman la lectura y el campo, Mujercitas es otra de esas novelas-hogares en las que poder disfrutar de todo eso durante horas y horas, donde refugiarse de una realidad compleja al calor de la chimenea de las March. Louisa May-Alcott creó un universo que todavía hoy no dejamos de visitar.
No importa el libro, sino el viaje que hacemos con él. Todos estos son una propuesta de vivir el presente desde el hogar, caminos que podemos recorrer sin tener que movernos de casa.