Por Nerea Campos Godoy
Cuando un artista cuenta con una larga trayectoria creativa a sus espaldas, llega un momento en el que se para a reflexionar sobre lo que ha sido para averiguar qué es lo que será. Surge una maraña que, para desenredarse, precisa de la ayuda de quien recuerda con qué agujas se tejía en aquel entonces. Poner la mente en el pasado para que el presente escriba su propio relato, con la mente puesta en lo que fuimos.
Es el caso de Ana Laura Aláez (Bilbao, 1964), una artista que, desde que comenzó a exponer su obra en 1992 en Barcelona, en el Espai 13 de la Fundació Joan Miró, ha introducido sus manos en lo diferente, para analizarlo desde esa perspectiva única suya. Siempre ocupada en sacar a la luz, mediante la investigación y el arte, una serie de métodos, formas y procesos para encontrar nuevas formas de expresarnos. Lenguajes que parten, sobre todo, desde el ámbito de la identidad propia, tanto en el plano de la imagen como en el del espacio.
Ahora, desde noviembre y hasta el 26 de enero, se presenta una suerte de retrospectiva de su obra, en la que dialoga con sus creaciones más recientes y con aquellas que surgieron en los inicios de su carrera. Esta muestra se puede visitar en el CA2M Centro de Arte Dos de Mayo Comunidad de Madrid.
La comisaria de la exposición es Bea Espejo, especialista en arte contemporáneo y crítica de arte, quien ya ha colaborado con Cervezas Alhambra a través del Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente en coloquios con artistas. Una muestra más del compromiso de la casa granadina con la creación contemporánea y el apoyo a artistas que son capaces de crear desde otra perspectiva, de ver con otros ojos y, sobre todo, de transmitir la necesidad de que el espectador siga ese mismo proceso, el de descubrir —o mejor dicho, redescubrir— la belleza imperfecta de cuanto nos rodea en el día a día.
La vuelta al origen
“Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío” es el nombre que le ha dado a la exposición a modo de repaso fundamental por una trayectoria que ha sido reconocida, pues también ha tenido la ocasión de estar presente en lugares como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, La Caixa y diversas galerías de arte.
En ella, Ana Laura Aláez habla de algo que hoy en día está en boca de todos: las apariencias. En un tiempo en el que las redes sociales muestran una realidad paralela, la artista penetra en ese “paraíso artificial” y trata de indagar en las ambigüedades y detalles que se van dejando.
Con este giro al orden, vuelve a un punto por el que ya pasó desde principios de los noventa, para recuperar esa perspectiva y utilizarla como un prismático del presente. La creación es, también, una forma de analizar los días que nos tocaron vivir para poder explicar qué sucede y recabar información desde rincones que solo los artistas son capaces de encontrar.
Este paseo por la casilla de salida atraviesa el cuerpo y el espacio en el que se mueve para seguir buscando formas de expresión. Un lenguaje que se dice con los cuerpos en la noche, con los espacios que se habitaron y con las canciones que se bailaron.
El espectro de esos momentos, de la dicotomía presente-pasado, que también se analizan desde Creación de Autor, la plataforma de creación contemporánea de Cervezas Alhambra. Desde aquí, los artistas tratan de experimentar con los distintos lenguajes que llegan a sus manos, de recurrir a materiales sostenibles y cercanos, de liberar sus —y nuestros— sentidos en el proceso creativo, tanto en el suyo como en el que vivimos nosotros, como espectadores, cuando contemplamos sus intervenciones.
La alegoría que completa el círculo
Aláez observa la creencia que tenemos de que la vida sigue una trayectoria “lineal”, cuando lo cierto es que se centra más en un fluir circular. La artista parte desde la alegoría para hacer el recorrido a través de su obra y de su vida, como un eje que la atraviesa por ambos lados.
Para observarlo de cerca, comprobar la evolución propia, a veces viene bien echar la vista atrás, dilucidar cómo queremos que sea el futuro para ir construyéndolo desde este presente que tenemos. El cambio existe y merece ser abrazado para que no nos pille por sorpresa.
La exposición de Ana Laura Aláez también es una buena oportunidad para reflexionar junto a unos amigos cercanos, gente con la que se ha compartido una cierta intimidad y analizar la obra de la artista. Arte, buena compañía y mejores palabras como telón de fondo para una Alhambra Reserva 1925, la guinda de un tarde con un buen plan cultural en Madrid.