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Laurel Canyon, el lugar que dio vida al ‘California Sound’ Laurel Canyon, el lugar que dio vida al ‘California Sound’

Música

Laurel Canyon, el lugar que dio vida al ‘California Sound’

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Antes, mucho antes de que los críticos acuñaran el término California Sound, la magia de la música se concentró en un punto muy concreto de la ciudad de Los Ángeles.

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Se accedía a aquél lugar a través de una carretera serpenteante que ascendía por las colinas y, desde allí, se divisaba toda la ciudad. En la película ‘Model Shop’, Columbia Pictures 1969, un joven Gary Lockwood en el papel de George Matthews relata la sensación que le provocó el enclave al visitarlo por primera vez. “Me sentí arrastrado hacia allí. Estaba conmovido por la geometría del lugar, su armonía. Es una ciudad fabulosa. Algunos dicen que es fea, pero en realidad es pura poesía”. A principios de los 60, aquella localización llamada Laurel Canyon ejerció su particular magia y comenzó a atraer a artistas de todo tipo, músicos en su mayor parte, y pareció dotarles de una energía especial. Una fuerza creativa que revolucionaría la forma de crear canciones y cambiaría las reglas de la industria para siempre.

En aquellos años, Los Ángeles era una ciudad más tranquila, muy alejada del bullicio actual. Conservaba un cierto halo de inocencia y sus calles invitaban a pasear y a disfrutar del olor a azahar que desprendían los naranjos. Una estampa idílica que, en el caso de Laurel Canyon, sedujo a numerosos cantantes de folk y sentó las bases de una escena propia. Cuando llegaron, Houdini, Tom Mix o Frank Zappa ya vivían allí y formaban parte del pintoresco atractivo de la zona. Poco a poco, la nómina de figuras fue aumentando con vecinos como Brian Wilson de los Beach Boys, Carole King, Roger McGuinn de The Byrds, John Phillips, Michelle Phillips y Mama Cass de The Mamas and The Papas, David Crosby, Stephen Stills, Graham Nash, Jackson Browne… A diferencia de otras ciudades norteamericanas de vertiginosa actividad musical, como Nueva York, la moda en Laurel Canyon no consistía en reunirse en bares o clubs. Las fiestas y jam sessions tenían lugar en casas de amigos y las puertas estaban siempre abiertas. Era casi imposible que no brotara algo irrepetible de aquel lugar.

El documental ‘Echo in The Canyon’, conducido por Jakob Dylan, repasa los días de oro de aquél entorno tan peculiar. En él, Jackson Browne explica cómo el asentamiento de muchas discográficas en Los Ángeles animó a numerosos artistas y bandas de Estados Unidos e Inglaterra a acercarse a la ciudad. Dentro de las posibilidades habitacionales que ofrecía la urbe, la zona que tal vez más se alejaba del marco estricto, prefabricado y con aroma a plástico que desprendía la cultura televisiva de aquellos días era Laurel Canyon. Un emplazamiento que exhalaba libertad y hablaba con un marcado acento bohemio. Lou Adler, mítico productor discográfico, manager, compositor y residente en el lugar, añade que se encuentra muy cerca de Sunset Strip pero que, al mismo tiempo, da la impresión de hallarse en medio del campo. “Una sensación completamente diferente y hermosa”.

David Crosby, guitarrista fundador de The Byrds y de Crosby Stills Nash & Young, está prácticamente convencido de haber sido el primero del gremio en mudarse allí. Su compañero en The Byrds, Roger Mc Guinn, recuerda cómo el lugar se llenó rápidamente de bandas y que la camaradería era la seña de identidad de la zona. Los Byrds entablaron amistad con los Beach Boys y con The Mamas & The Papas y era frecuente que sus miembros se presentaran en cualquier casa sólo para tocar un rato y charlar. Michelle Phillips apunta que la presencia de actores y personajes excéntricos redondeaba una instantánea ciertamente “especial”. “Todo el mundo escribía canciones, las escribían juntos. Ibas a casa de alguien, llevabas la guitarra, te sentabas por allí y comenzabas a tocar. Rápidamente estabas componiendo un éxito”.

Graham Nash puntualiza que nadie llamaba con antelación. “Se presentaban en la puerta y te decían ‘tienes que oír esto’. Era un ambiente increíble para un músico porque era totalmente sano, creativo y vanguardista”. Stephen Stills rememora la época en la que formaba parte de The Buffalo Springfield y agrega que “había tanta buena música flotando en el aire que se filtraba a través de ti”.

John Sebastian, de The Loving Spoonful, cuenta cómo comenzó todo. En cierta ocasión, Mc Guinn se presentó en uno de los cafés de la zona con una guitarra de 12 cuerdas y comenzó a tocar ‘I wanna hold your hand’, de The Beatles. Aquello fue un fracaso. La mezcla de rock and rol y folk no convenció a nadie en un principio, pero cuando los Byrds al completo se empeñaron en seguir avanzando por aquella senda, la escena musical experimentó un vuelco. Crosby asegura que una vez que se encontraban ensayando en World Pacific, un viejo estudio de jazz de Los Ángeles, Bob Dylan se presentó en el local porque había oído que estaban preparando una versión de ‘Mr. Tambourine Man’. Tenían el tema completamente bajo control y lo tocaban con guitarras eléctricas. “Podías escuchar los engranajes mentales de Dylan dando vueltas y pensando ‘esto es exactamente lo que yo quiero hacer”, afirma. Jackson Browne destaca que el verdadero logro de los Byrds consistió en fusionar el rock and roll y el folk con absoluta maestría. “Ninguna de las bandas que haya hecho California Sound sonó jamás como The Byrds”.

El tristemente desaparecido Tom Petty aclara que aquél majestuoso riff de 12 cuerdas marcó un antes y un después en la historia del rock. “Dos elementos chocando entre sí y generando una enorme ola que dio rápidamente lugar a todo un género musical”. Stills añade que el sonido creado por la magistral alianza entre Mc Guinn y Crosby le impactó profundamente. “Eran la banda poderosa que todos queríamos ser”. Incluso Eric Clapton reconoce que cayó instantáneamente bajo el embrujo de la filosofía musical de The Byrds. “El folk rock, la composición de las canciones… Era hermoso”. Las letras, por supuesto, se llevan gran parte del mérito. “Llevamos la poesía, la buena poesía, por primera vez hasta la radio”, asegura Crosby.

Todo se transformó, incluso la forma de trasladar toda aquella magia a los discos. Mientras en los estudios de Abbey Road The Beatles tocaban bajo la batuta de ingenieros enfundados en batas blancas, las bandas de la escena Laurel Canyon no seguían las mismas reglas. Brian Wilson cuenta cómo ‘Good Vibrations’ se grabó en cuatro estudios diferentes. “Cada uno era diferente. Occidental era bueno para la instrumentación como el bajo, la batería y las guitarras. Sunset Sound era genial para el piano, allí hice el puente para la canción. Gold Star era realmente bueno para el eco y en RCA Victor hicimos las voces”, repasa el genio. “Realmente soy incapaz de ver algo en Mozart que sea mejor que Brian Wilson”, admite Petty. “Todo Cambió con la llegada del ‘Pet Sounds’. Imagina una banda que pudiera influir en The Beatles”, completa Browne.

Aquél cúmulo de historias, canciones, sentimientos y relaciones desembocaron en un sonido con entidad propia que se expandió por el resto del estado y que, finalmente, adquirió el nombre de California Sound. Un estilo luminoso, optimista y juvenil que conquistaría gran parte del mundo durante la década de los 60.

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