Por María José Amengual
Nos encontramos en un impasse. En esta situación de incertidumbre, vivir cada minuto del día con la mirada puesta en lo que tenemos delante, en esa imperfecta belleza que nos rodea, en esos instantes que nos dejan una huella indeleble, se convierte en mucho más que una filosofía abstracta. Es una guía vital, un propósito con un fin tangible: hallar la felicidad en las pequeñas cosas que tenemos a nuestro alrededor.
En un momento en el que el tiempo parece alargarse al indefinido, pero a la vez, nos abre la puerta a miles de oportunidades que no habíamos valorado antes, porque los minutos eran esclavos de una agenda más que apretada, cocinar se ha convertido en un refugio sensorial, en un lugar lleno de aromas, sabores, texturas y momentos que pasar en compañía, o quizá en solitario, pero disfrutando.

Tanto si te vas a lanzar a la conquista de los fogones como un aventurero consumado, como si tienes una perspectiva algo más tímida por falta de experiencia, hay algo que es esencial: una buena despensa. Conocer bien qué ingredientes no deben faltar te ayudará a preparar una lista de la compra completa y llena de posibilidades que se traducirán, a su vez, en sabrosas recetas con las que los días pasarán con algo más de alegría.
Legumbres

Quizá recuerdes ahora aquellos momentos de tu infancia en los que peleabas frente al plato de lentejas, decidido a no probar ni una cucharada. Todos hemos estado ahí pero, por suerte, hemos aprendido a disfrutar de los maravillosos sabores de la cocina tradicional y, más aún, de las legumbres. No solo son saludables y están llenas de beneficios nutricionales, también abren un mundo gastronómico tan amplio como tú quieras explorar: desde los currys indios con lentejas (los deliciosos dahl) o garbanzos, hasta el conocido hummus del Oriente Medio, pasando, cómo no, por el picante y la intensidad de los sabores mexicanos.
Si optas por legumbres secas, no olvides ponerlas en remojo la víspera anterior a cocinarlas. También puedes elegir las que ya vienen preparadas en conserva, que dan algo más de margen de cara a improvisar una comida o cena rápida sin necesidad de planificarla con anterioridad.
Latas

Un trocito del mar en nuestra despensa. No suena nada mal de cara a idear recetas y platos deliciosos. Las conservas nos traen lo mejor de la pesca de una manera cómoda y sabrosa. Por un lado, tienen una longevidad considerable y, por otro, hay pequeños productores artesanos que continúan enviando sus productos a nuestros hogares, con lo que podemos encontrar auténticas delicatessen que comer casi sin sacar de la latilla.
Pescados como el atún o el salmón conservados pueden convertirse en la alegría de una buena ensalada o en los protagonistas de unas jugosas croquetas. Las sardinas no necesitan presentación, y son la compañía perfecta para una Alhambra Especial a la hora del aperitivo, o incluso tienen entidad como ingrediente en salsas para pasta o platos de arroz.
Pero las conservas no tienen por qué ser únicamente de pescado. Las vegetales merecen una mención especial y son la base de una buena despensa, versátil y preparada para todo tipo de recetas. Maíz, guisantes o tomates son los actores secundarios perfectos en cualquier recetario. Especialmente los tomates, en muchas ocasiones más sabrosos y tiernos que su versión fresca —sobre todo fuera de temporada—, y son la base de un montón de platos, desde sopas hasta salsas para la pasta.
Harinas

Seguramente te hayas dado cuenta de que estas semanas hay una auténtica revolución panarra en nuestros hogares. Si todavía no te has unido a ella, te estás perdiendo una experiencia increíblemente gratificante. Y para ello solo necesitas una buena selección de harinas porque, una vez que hayas empezado, querrás tener variedad para experimentar.
Lo mejor que tiene este ingrediente es que su precio es muy razonable y, a cambio, tenemos infinidad de posibilidades más allá del pan. La repostería es un universo en sí misma, pero también podemos atrevernos a preparar pasta fresca —aunque no tengas máquina, hay muchas recetas que no la requieren—, adentrarnos en los misterios de las empanadas o dejarnos seducir por atrevernos con las tortillas mexicanas. Kamut, espelta, centeno, maíz, garbanzo, arroz… es imposible elegir mal.
Lácteos

Desde la leche que nos acompaña en prácticamente cualquier desayuno hasta la mantequilla que untamos en un trozo de pan recién hecho, pasando por deliciosos yogures artesanales —y qué decir de los quesos—. Los lácteos son un auténtico básico en cualquier despensa y son esenciales para la preparación de todo tipo de recetas. En repostería no pueden faltar, desde luego, pero también son una pieza fundamental en preparaciones tradicionales como las croquetas o la lasaña.
Un buen queso, además, nos abrirá otro mundo de posibilidades y sabores. Podemos prepararlo en una salsa para la pasta, pero también comerlo en trocitos para ir abriendo boca mientras preparamos la cena y nos tomamos una Alhambra Reserva 1925, por ejemplo. El de los quesos es un mundo maravilloso en el que puedes adentrarte sin temor. Si buscas sabores suaves, quesos como la mozzarella, el provolone o la ricotta son ideales. Si quieres ir a por algo con un poco más de carácter, atrévete con un buen Camembert o un Mahón curado. Y si lo tuyo es la intensidad, un Gamoneu, un Manchego curado o un Pecorino romano no pueden faltar en tu despensa.
Pasta y arroz

Si eres de los que disfrutan haciendo batch cooking, el arroz y la pasta son dos elementos que aguantan muy bien durante días en el frigorífico, bien conservados. Solo tienes que tener precaución de controlar bien su cocción y dejarlos al dente, para que cuando los utilices no se pasen al calentar. Granos enteros como la quinoa, el farro, la cebada o el bulgur se pueden cocinar de esta forma y utilizarlos en ensaladas y sopas. Atrévete con aliños cargados de sabor para realzar las texturas de estos granos y prueba a añadirles verduras frescas de temporada.
Ya hemos mencionado en varias ocasiones la pasta, y es que se trata del lienzo perfecto para dar rienda suelta a la imaginación. Hay tantas posibilidades como quieras experimentar, desde salsas de queso con los que comentábamos anteriormente, a presentaciones sencillas pero increíblemente sabrosas como un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y un Parmeggiano Reggiano con D.O.P. rallado por encima. Y ni que decir tiene que hay pocas cosas mejores que abrir el frigorífico y descubrir ese pequeño tupper de pasta boloñesa que sobró de ayer. Un golpe a la cazuela, un poco de buen queso rallado por encima —con un Manchego ya nos elevamos a categorías superiores— y una Alhambra Reserva Roja.
Aceite

Aceite de oliva virgen extra. Seguramente ya tengas una botella en tu casa, y es que se trata de uno de esos ingredientes que están prácticamente en cualquier cocina. Y con razón. Tanto para preparar una fritura o una carne a la plancha, como para hacer repostería —el tradicional bizcocho de yogur está aún más rico con un aceite suave—, el aceite de oliva es el condimento imprescindible para aliñar o cocinar cualquier plato.
Es un buen momento para adentrarnos en las diferentes variedades que hay, probarlas y descubrir cuál nos gusta más en cada momento: para comer en crudo con un poco de pan caliente, para aliñar una ensalada o un salmorejo, para hacer un buen solomillo a la plancha...
Huevos

Los huevos son otro de los ingredientes esenciales que no pueden faltar en tu despensa. En sí mismos constituyen un plato delicioso, bien en revuelto —al que podemos añadir nuestros complementos favoritos—, bien fritos —siempre con puntilla, por favor—, bien cocidos para dar vida al relleno de una empanada o a una buena ensalada. La tortilla de patatas merece un capítulo aparte y estamos en un momento ideal para que perfecciones la técnica. No entraremos en si está mejor con o sin cebolla, ya que es una de esas decisiones tan íntimas como el equipo de fútbol al que animas cada fin de semana, pero si todavía no le has cogido el punto al cuajado, prueba a experimentar con diferentes temperaturas y tiempos de cocción.